Agenda Ciudadana / Un pesimismo ilustrado

AutorLorenzo Meyer

La evanescencia de una imagen y de una idea

Para algunos el asunto podría parecer trivial, pero no lo es. Según uno de nuestros mejores historiadores, Enrique Florescano, la imagen visual e imaginaria que los mexicanos tenemos de la patria comenzó a deslavarse en los 1950 no obstante estar bien pintada en los muros de edificios públicos, en calendarios, en almanaques o en la portada de los libros de texto. Y este proceso de pérdida no ha cesado al punto que hoy, en México, puede hablarse de una "evanescencia y colapso de las imágenes de patria y nación". Y si las imágenes se pierden ¿lo mismo ocurre con el contenido?, para Florescano la respuesta es afirmativa, de ahí lo sustantivo del tema.

El colapso al que hace referencia el historiador veracruzano no es más que resultado -uno de varios- de un gran fracaso de las instituciones y de la clase políticas mexicanas por mantener vigente el contenido de las nociones de patria y de nación. Es el fracaso por dar forma a un proyecto nacional que revitalizara las herencias recibidas de los dos siglos pasados. Esas herencias, pese a sus muchos defectos y contradicciones, funcionaron por un tiempo como fuente de inspiración y solidaridad colectiva, pero ese ya no es hoy el caso. El logotipo del actual gobierno, la llamada "águila mocha", es un buen resumen de lo que ha ocurrido con la imagen de la patria: no se le entendió, se le mutiló, se le mal usó y terminó por perder mucha de la fuerza simbólica que alguna vez tuvo.

Los datos duros

Los que corren no son tiempos propicios para el optimismo en México. Desde luego que la actual coyuntura no es la primera en que, como conjunto nacional, los mexicanos encontramos difícil proyectar un futuro colectivo promisorio, base insustituible de un optimismo sano y sustentable. Para ser optimista hay que creer y demostrar que, de cara al futuro, los aspectos adversos de nuestra realidad tienen menos posibilidades de moldear el porvenir que los positivos. El problema hoy es que un buen número de los "datos duros" que dan forma al México actual -crecimiento del producto interno bruto, cálculos sobre el costo y penetración de la corrupción, creación de empleo, productividad, competitividad, inseguridad, contaminación, etcétera- no caen del lado positivo, tampoco las actitudes de los responsables de la dirección política y cultural del país. Las autoridades, naturalmente, insisten en un discurso optimista. El problema es que en otras épocas históricas la realidad facilitó que ese discurso oficial fuera más o menos aceptado o al menos tolerado por la sociedad mexicana, pero hoy ya no. Y sin convicción es difícil, por no decir que imposible, ganar el futuro.

El auge de la idea de la...

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