AGENDA CIUDADANA / El primer intento privatizador

AutorLorenzo Meyer

Gobernantes vs. gobernados

No es raro que un gobierno tome decisiones en contra de la voluntad popular; de ese tipo de contradicción está hecha buena parte de la política. Hoy, por ejemplo, la opinión pública en Polonia y en la República Checa se opone a que Estados Unidos establezca una base de misiles interceptores en el primer país y un radar en el segundo. Sin embargo, lo anterior no ha impedido que los gobiernos polaco y checo sigan negociando con Washington mientras intentan modificar la percepción del público; son muchos los millones de dólares en juego. Lo mismo ocurre con la reforma energética en México.

Prácticamente desde el momento mismo en que tuvo lugar la expropiación y nacionalización petrolera los intereses afectados se propusieron echarla por tierra. Tras 70 años, el empeño se mantiene y hoy la coyuntura aparece como relativamente propicia para quienes desean modificar el estatus legal de la actividad petrolera. Hay tres razones para ello: a) la persistencia de la concepción neoliberal de la política económica entre las élites mexicanas, b) la mala situación financiera de Pemex como resultado de su corrupción endémica y de una política fiscal abusiva que le ha privado del grueso de sus utilidades y c) la presencia de un gobierno de derecha deseoso de solidificar sus lazos con el gran capital internacional.

Hasta ahora el mayor obstáculo para avanzar en la privatización de la actividad petrolera es la movilización nacionalista encabezada por Andrés Manuel López Obrador y una opinión pública que ha aprendido a desconfiar de las supuestas bondades de las privatizaciones. En estas condiciones, el gobierno ha optado por forjar una alianza con el PRI a la vez que ha lanzado un blitzkrieg propagandístico para cambiar la percepción pública. Si en 2006 en un estudio del CIDE sólo el 24 por ciento de los entrevistados estaba a favor de abrir a la empresa privada la actividad petrolera en exploración y distribución, para febrero del 2008, y según una encuesta de GEA-ISA, el 44 por ciento ya veía bien una reforma energética en los términos en que finalmente la presentó Felipe Calderón (Mund Americas, Serie 8, No. 8, marzo 4).

No es la primera vez que un gobierno mexicano en alianza con los petroleros internacionales intenta reformular la política petrolera argumentando que la debilidad económica de Pemex requiere acudir al capital privado externo para sacar a la paraestatal del barranco en que se le metió. Esto ya ocurrió -y fracasó-...

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