AGENDA CIUDADANA / El despertar de los presidentes

AutorLorenzo Meyer

El 25 de octubre Enrique Peña Nieto (EPN) aseguró que ningún presidente mexicano iniciaba su día pensando "cómo joder a México" (Reforma, 26 de octubre). Quizá, pero resulta cuesta arriba aceptar un complemento de ese argumento: que los presidentes, él incluido, siempre se han propuesto "cómo hacer las cosas bien para México". Y es que, en este contexto, el "hacer las cosas bien" y "para México" significan una cosa para los ciudadanos y otra para los personajes que han ocupado la jefatura del Estado en nuestro país a partir de 1821.

Imposible saber cuáles fueron los asuntos relacionados con el país que cada mañana ocuparon la mente de esos seis y pico de decenas de personajes que la suerte puso al frente de México en los últimos 195 años. Difícil conocer cuál fue la concepción que cada uno tuvo sobre lo que era México, aunque es posible tener una idea fijando la atención en lo que realmente hicieron y asumir que su ejercicio del poder reflejó la naturaleza de sus preocupaciones y prioridades.

No tiene mucho sentido reconstruir la esencia de México y de su proyecto en personajes que pasaron por la Presidencia fugazmente, como los generales Manuel María Lombardini (1853), Martín Carrera (1855) o Rómulo Díaz (1855). Sólo la imaginación literaria ha podido hacer interesante a Pedro Lascuráin, Presidente por unos cuantos minutos en 1913. Tiene más sentido reflexionar sobre los despertares de los dos emperadores -Iturbide y Maximiliano- y, desde luego, de Santa Anna, Juárez o Díaz en el siglo XIX, cuando, y siguiendo la definición de Enrique González Pedrero, México parecía ser "país de un solo hombre". La intensidad de la Revolución Mexicana lleva a reconsiderar lo que se propusieron e hicieron Madero, Huerta, Carranza, Obregón, Calles o Cárdenas, lo mismo que aquellos que por entonces llegaron a tener más poder que los jefes formales del débil Estado de la época, como Villa y Zapata.

En la postrevolución, lo relevante es analizar los proyectos del inicio y la conclusión de ese periodo, es decir, los de Alemán por un lado y los de Echeverría y López Portillo por el otro. A partir del neoliberalismo, lo más significante son el proyecto y acciones del padre fundador: Salinas. Sus continuadores, de Zedillo a Peña Nieto, resultaron meras variaciones no particularmente interesantes del tema original: poner en el centro de la escena mexicana al mercado y a la minoría de los beneficiados.

· 'HACER LAS COSAS BIEN PARA MÉXICO'

Supongamos, como asegura...

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