Afición puma, cuestión de fe

AutorSergio Guzmán

La esperanza muere al último. Ayer en el Estadio Olímpico la afición de los Pumas hizo honor a esta frase popular y se mantuvo fiel hasta el final del partido donde el conjunto universitario rescató con las garras un empate a dos goles ante las Chivas.

Y es que a pesar de verse abajo en el marcador en un par de ocasiones, los cánticos y gritos en favor de los colores azul y oro nunca dejaron de escucharse en el graderío de la zona del palomar, donde suelen ubicarse la distintas porras universitarias.

La recompensa que obtuvieron fue esa última jugada donde Joel Sánchez derribó a Víctor Müller dentro del área tapatía, que a la postre significó el tanto de la igualada y que generó la apoteosis auriazul.

En la otra cara de la moneda se pasó del júbilo a la decepción. Los siempre numerosos aficionados rojiblancos aprendieron la lección de que el último minuto también tiene 60 segundos y que no se debe dar por descontado un triunfo hasta que el árbitro pite el final del encuentro.

Cuando el silbante Jorge Eduardo Gasso dio inicio al partido, ya las puertas de acceso habían sido cerradas porque no cabía un alma más en las gradas.

El festín auriazul parecía que no tendría un feliz término. Gustavo Nápoles se encargó de enfriar los ánimos del anfitrión apenas a los tres minutos de acción. A partir de ese momento el letargo se apoderó de los 70 mil asoleados aficionados, porque no hubo demasiadas emociones en la cancha. Claro que para su fortuna siempre...

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