Adolfo Castañón, una vida de libros

AutorFrancisco Morales V.

Se trata de un departamento modesto en una unidad habitacional al sur de la Ciudad de México, pero Adolfo Castañón lo llama, con gran tino, "la fábrica de libros".

La materia prima de un libro, como sabe el poeta y editor mejor que la mayoría, son otros libros anteriores. Por eso ahí, en ese reducido -pero bien aprovechado- espacio, cientos de ellos pueblan el lugar.

El suelo de una habitación, por ejemplo, está ocupado por la obra completa de Pedro Henríquez Ureña. Un mueble entero en otro cuarto, retacado y con volúmenes en doble fila, lo habitan Carlos Monsiváis, Elena Poniatowska, Jorge Cuesta y las iconografías del Fondo de Cultura Económica (FCE).

Ningún otro librero, sin embargo, se mira tan pletórico de ejemplares como el que fue situado, intencionalmente, en el mero centro de la sala, y está dedicado a un autor que Castañón, como ha escrito en varios sitios, considera una literatura completa por sí mismo.

"Aquí está todo Alfonso Reyes. Y cuando digo 'todo', es todo, ¿eh?", explica en un tour guiado por su fábrica que, tan sólo con poner un pie adentro, se antoja inevitable.

UN 'HACENDADO' LITERARIO

Hoy, 8 de agosto, Adolfo Castañón llega a los 70 años como uno de los más entrañables hacedores de libros que han nacido en México.

Poeta, narrador, ensayista, traductor, editor icónico del Fondo de Cultura Económica y Siglo XXI Editores, además de productor de la serie Los maestros detrás de las ideas para TV UNAM, miembro de la Academia Mexicana de la Lengua y ganador del Premio Nacional de Artes y Literatura 2020, Castañón pareciera no haber dejado intocada ningún área del quehacer literario.

Con su infaltable saco de pana, corbata y chaleco, la melena blanca y la barba despreocupadamente arregladas, el autor y editor de más de un centenar de volúmenes habla sobre sus libros con un humor espléndido y la amabilidad por la que es reconocido.

En ese departamento en Copilco, una de las tres bibliotecas que resguarda con esmero -"soy una suerte de terrateniente urbano", dice sobre su hacienda librera-, quedan cifrados los empeños de una vida.

"Tengo el privilegio de ser una especie de 'francotirador de la investigación', que ha andado cruzando fronteras y ha andado explorando territorios con una gran libertad", explica, siempre con una metáfora a la mano.

JIRIBILLA ALFONSINA

Cuando Castañón pone el ojo en un libro que se le ocurre, ahí mismo pone la bala, con la paciencia de quien entiende bien que, del manuscrito a la imprenta, pueden...

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