Administración de Tecnología/ El factor estético

AutorEnrique Canales

Algunas veces me he reunido con los industriales del cuero de León, Guanajuato, quienes producen zapatos, botas, cintos, velices, carpetas, cubreasientos de automóvil, tapices de muebles y, en fin, como los trogloditas, todavía el cuero de los animales nos encanta y nos acaricia. Sin embargo, la queja común que escucho es de que si ya nuestra calidad material del cuero es internacional, no nos pagan los mejores precios.

Esta misma razón la escucho en otros ramos de la industria; otros se llevan los precios altos y nosotros bailamos con el precio más bajo. Esto también nos pasa por lo general en la industria textilera, la del vestido, los remolques, los muebles, los azulejos y sanitarios, los dulces, las conservas, la cuchillería, bueno, hasta la industria del juguete, las botellas perfumeras, las artesanías y mejor le paro de contar porque me pongo a llorar.

No alcanzamos los mejores precios, porque rara vez ofrecemos un producto nuevo y original. La rutina perdedora consiste en que alguien de afuera nos enseña una muestra de un producto hecho en el extranjero y nos pide que le coticemos algo similar. A veces lo logramos duplicar y lo cotizamos. Nos compran, siempre y cuando nuestro comportamiento anterior demuestre que somos una empresa responsable y que podemos dar el precio más barato. Los chinos ganan menos y si aprenden a copiar como lo hacemos nosotros nos mandan a llorar.

Cuando comparamos el precio que reciben los canadienses, americanos o los europeos por sus productos y los precios que recibimos nosotros por algo similar, lo consideramos injusto, discriminante, abusivo y nos quedamos resentidos.

Sin embargo, estamos pagando el precio de no saber dominar la fina relación que existe entre la gran ciencia de frontera y la gran expectativa del cliente, incluyendo dentro de esta expectativa un poderoso factor estético. A pesar de nuestra notable originalidad en artes plásticas, no sabemos diseñar y ofrecer modelos de productos originales con mucho valor estético.

Pienso que no entendemos nada de estética y por eso somos copiones, rancios, cursis y pocas veces imponemos un gusto en alguna industria internacional.

Hemos estado cerca de imponer nuestra estética del gusto en el campo alimenticio y hemos dado con muchas soluciones originales dentro de los platillos mexicanos...

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