Adiós, madame tristeza

AutorGuadalupe Loaeza

¡Buenos días, juventud! Franìoise Sagan se impuso, entró brutalmente, como por casualidad, en la escena literaria francesa a los 19 años, convirtiéndose en una leyenda gracias a una pequeña novela de 188 páginas, con el inolvidable y maravilloso título de Bonjour Tristesse (Buenos días, tristeza), tomado de un poema de Paul Eluard en La vida inmediata. La novela era narrada por Cécile, de 17 años, perteneciente a la alta burguesía francesa y que pasa sus vacaciones en la Costa Azul con su padre viudo, con quien lleva una estrecha relación. Recién salida de un internado, Cécile disfruta su libertad. En el calor del verano, descubre el placer de una manera natural, en los brazos de un joven mayor que ella. Celosa del amor de su padre por Ana, con quien tiene planes de matrimonio, Cécile urde un plan para separarlos y desarrolla con ellos un juego a la vez inocente y perverso hasta el drama final. Ana se mata conduciendo su coche. ¿Fue accidente o suicidio? No se sabe. Cécile concluye cuando evoca su recuerdo: "algo me invade que yo acojo por su nombre: Bonjour Tristesse".

Publicado en una época en la que los adolescentes apenas empezaban a aparecer como un grupo social distinto, constituía un escándalo sin precedente desde la Segunda Guerra Mundial. Sobre todo cuando esta narración poco conveniente adquirió un éxito inmediato. Obtuvo el Premio de la Crítica, que representó medio millón de francos y una denuncia papal. Franìois Mauriac, el escritor más respetado de Francia, aclamó el talento de este encantador pequeño monstruo en la primera plana de Le Figaro. Años después, Sagan declaró que el furor que despertó su novela se debió en gran parte a la relación entre la heroína y su novio. "Era inconcebible que una chica de 17 ó 18 años pudiera hacer el amor sin estar enamorada con un chico de su edad y no ser castigada por ello", escribió.

En 1954, las familias seguían aferradas al código antiguo: No podía haber amor sin matrimonio y menos tener hijos, aún no se inventaba la píldora, el aborto estaba reservado para las grandes burguesas cubiertas de francos suizos, vencer la virtud de las chicas exigía mucha astucia. El escándalo que causó la novela sólo puede explicarse conociendo ese ambiente en el que vivían los jóvenes en la posguerra. Bonjour Tristesse había sacudido las buenas costumbres a pesar de que ya habían aparecido otras mujeres con la insolencia de ser libres. Ya había habido una Colette, estaba Simone de Beauvoir, la sacerdotisa del existencialismo y su obra El segundo sexo había sido publicada en 1949. Pero Sagan era diferente, una joven de buena familia, educada bajo estrictas normas, a quien le...

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