Adiós, Celso

Fue como un concierto, sólo que esta vez no era Celso Piña el que tocaba sus melodías, sino sus seguidores.

Cantando a coro, bailando, al ritmo de instrumentos como el güiro y el acordeón, incluso con bocinas donde se escuchaban sus piezas, así fue como 25 mil personas (cifra oficial según Protección Civil de Nuevo León) despidieron a "El Rebelde del Acordeón", fallecido el miércoles víctima de un infarto.

El adiós comenzó con una misa de cuerpo presente a las 12:00 horas en la Basílica de Guadalupe, ubicada en la Colonia Independencia.

Pero sus fanáticos empezaron a llegar desde horas antes, con un ambiente festivo en el que ya sonaban sus cumbias.

La ceremonia oficiada por el Padre Juan José Martínez fue el único momento solemne de la jornada, aunque las porras y los aplausos fueron inevitables.

Justo frente al altar y rodeado de guardias, el féretro estuvo abierto y se pudo ver por última vez al "Acordeonista de Hamelin", como lo bautizó el escritor Carlos Monsiváis.

Su familia se mantuvo cerca del féretro. Estaban su viuda Juany Ortiz de Piña, y sus hijos Daniel, quien colocó el acordeón del músico en el altar, Katia y Martha Cecilia Piña Ortiz, ésta última participó en las lecturas.

Rubén Piña se asomaba al ataúd con frecuencia para contemplar a su hermano.

Tan sólo el pasado 12 de diciembre, Celso Piña le había cantado a la Virgen de Guadalupe en este mismo templo, recordó Martínez en la homilía.

"Esa alegría y esa felicidad que él transmitió quede en el corazón", expresó el sacerdote, quien describió al músico como ocurrente y original. Luego se dirigió a la familia.

"Les voy a pedir una tarea a ustedes como familia: continúen su legado, la tristeza los va a invadir, el dolor va a estar en el corazón, pero acuérdense que lo más importante es cumplir con esa misión".

Después de que Monseñor Heriberto Cavazos lo rociara con agua bendita y realizara la oración de despedida, el féretro salió de la Basílica a la explanada exterior, donde todos sus seguidores lo rodearon con canto y baile.

Al ritmo de sus melodías interpretadas por un conjunto de La Tuna Group, personas de todas las edades gritaron su nombre en porra y cantaron sus temas, como "Cumbia de la Paz".

No cabía la tristeza ni el duelo, era un gran jolgorio para decir adiós...

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