Adiós al Baktún

AutorFlorencia Podestá

Como nunca, en este 2012 flota en el ambiente la idea de que estamos atestiguando (o a punto de atestiguar) el final de algo.

Dos piedras grabadas por la civilización maya hace más de mil 300 años detonan la especulación.

El mensaje es tan corto como inquietante: el 21 de diciembre del 2012 se cumple el décimo tercer B'ak'tun, y con ello acaba el calendario maya de cuenta larga (5 mil 125 años); ese día, según se entiende, descenderá del cielo un dios, o varios, y se completará un ciclo de creación.

En lo que coinciden los científicos con los mayanistas más esperanzados es en que el tiempo en realidad no acabará. Lo que tal vez se acabe, según estos últimos, es una época de confusión que dará lugar a la tan anhelada Nueva Era.

Sin afanes de juzgar, esto es pretexto para embarcarse en una travesía por el mundo maya. Y como se calcula que llegarán millones de viajeros, valdrá la pena escapar un poco de las paradas más populares, por eso incluimos parajes que no suelen figurar en las guías.

El explorador habrá de tomar en cuenta los tres aspectos que integran la visión maya del universo: el Cielo, con sus dioses, sus ciudades sagradas, templos y observatorios; la Tierra, representada por las comunidades indígenas, la selva, la costa y la naturaleza; y el Inframundo, entre cavernas y cenotes.

Siguiendo la pista profética, el itinerario debería iniciar con ese rastro del Cielo maya en la capital tabasqueña.

En el Museo Regional de Antropología Carlos Pellicer Cámara está la pista que explica el alboroto: la estela 6; y el otro único vestigio que alude a la controvertida fecha es el ladrillo de Comalcalco, que muchos cuentan entre los 10 sitios mayas más importantes de México, a pesar de que no es tan popular.

CHIAPAS

Misterios selváticos

Una vez que hemos visto con propios ojos los documentos tallados en piedra que validan la razón de nuestro viaje, podemos sumergirnos de lleno en él.

De Villahermosa, hay que tomar la carretera 186 hacia Chiapas, para ir en busca del sitio que, por su belleza y misterio, es de los más valorados por los amantes de la cultura maya: Palenque.

Su verdadero nombre es Lakamhá, "Lugar de las grandes aguas", y, efectivamente, la ciudad está rodeada de varios ríos cristalinos de color turquesa.

El auto se desplaza por las praderas verdísimas donde pasta el ganado y donde hasta hace pocas décadas la selva lacandona aún reinaba. A medida que ascendemos, curva tras curva, ésta vuelve a brillar.

El ascenso termina con unas escalinatas mayas cubiertas de musgo: más allá, bajo el sol brumoso y húmedo, se abre el inmenso jardín de la ciudad mágica.

Patrimonio de la Humanidad desde 1987, Palenque es la ciudad maya mejor conservada.

Además se le aprecia por considerarse que la calidad estética maya alcanzó su más alto grado de refinamiento en el periodo clásico palencano, tal como se ve en la arquitectura, bajorrelieves y jeroglíficos.

El Templo de las Inscripciones, la estructura principal, emerge de la fabulosa selva. Varios edificios están dedicados al Cielo de los dioses: el Observatorio, que se asoma del laberíntico Palacio Real, los templos del Sol, y de la Cruz Foliada, que en realidad es el Árbol de la Vida que conecta todos los niveles del cosmos.

Para complementar la visión chiapaneca del Cielo maya, pasar por la Tierra y llegar finalmente al Inframundo, vale la pena tomar un tour de dos días a los sitios arqueológicos Bonampak y Yaxchilán, en la frontera con Guatemala.

Pasaremos por la comunidad indígena de Lacanjá. Allí nos espera ya un niño lacandón que nos guiará durante 8 kilómetros por la selva hacia las ruinas de Bonampak.

Dentro de uno de los templos, los coloridos e impresionantes murales son la expresión pictórica más importante del México prehispánico.

Con 270 personajes de tamaño casi natural, los...

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