Activa fin de año alerta en vulcanos

AutorArturo Sierra

Han pasado 13 años y Eduardo Salvador Campos aún recuerda los rostros de los dos niños. Uno estaba debajo de la cama y el otro encerrado en el clóset.

Era una noche de diciembre de 1994. Eduardo era entonces un ayudante de pitonero en el Heroico Cuerpo de Bomberos, esos que controlan la boquilla de la manguera.

Ahora, Eduardo es el subdirector de bomberos y advierte sobre los riesgo de un sobre calentamiento en las luces de los árboles de Navidad.

"Un arbolito de Navidad, ya sea natural o artificial, se consume en un minuto y medio, la estancia donde está, en dos minutos, y la casa, en cuatro minutos", alerta.

Y las cifras de los bomberos lanzan otra alerta: en temporada decembrina los llamados de auxilio diario pasan de 200 a 300.

Los árboles de Navidad, señala Carlos Sáenz, subsecretario de Protección Civil del DF, se convierten en grave problema para la seguridad de los habitantes, pues les sobrecargan series de focos, lo que genera calor y cortos circuitos que se propagan muy rápido.

"La estimación en cuanto a incendios diarios en la Ciudad durante esta época es superior al 80 por ciento; las sobrecargas eléctricas, cortos circuitos y juegos pirotécnicos son los principales factores", dice.

Una noche de terror

Aquella noche del 94, los vecinos de la Colonia 20 de Noviembre, en la Delegación Venustiano Carranza observaron el fuego en la sala de la casa de los García Pérez. Enseguida llamaron a los bomberos.

Los padres de familia habían dejado solos a sus hijos, pues iban a una fiesta del trabajaba el esposo. Y para que se quedaran tranquilos, les dejaron la serie de luces prendida.

Un sobrecalentamiento en las luces provocó que el árbol de Navidad se quemara. El fuego pronto se propagó a la sala y, 8 minutos después, cuando llegaron los bomberos, comenzaba a consumir parte de una estancia.

"Yo estaba muy nervioso, los vecinos nos dijeron que había niños atrapados", recuerda el bombero Eduardo Salvador Campos.

El mayor de los hijos de los García Pérez tenía entonces 10 años de edad, y el más pequeño apenas 4 años.

El fuego aún no llegaba a la habitación, pero el humo sí comenzaba a meterse al cuarto.

"Encontramos al niño mayor debajo de una cama, su hermano estaba en el clóset. Cuando nos vieron, lejos de alegrarse se espantaron al vernos con un enorme casco y un chaquetón largo, pero los cargue y los saqué".

Eduardo explica que en esta temporada les sobra trabajo: en una sola noche llegan a atender hasta 20 incendios, la mayoría por...

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