Acercan al arte con tecnología

AutorGonzalo Soltero

A fines de los 90 circulaba por Internet una lista compilada por departamentos de asistencia al cliente e ingenieros de sistemas en la que comentaban las situaciones más absurdas a las que se habían enfrentado. En una de ellas, un cliente se quejaba de que el nuevo soporte para tazas de café se había trabado después de usarlo unas cuantas veces: se trataba de la unidad para CD-ROM. En otra, un licenciado se dirigía al ingeniero y le pedía: "Me puedes grabar Internet en este disquete".

Por ridículos que nos parezcan estos ejemplos, son una buena muestra de que toda nueva tecnología al adoptarse generan una fricción inicial y que unos cuantos años bastan para que el panorama cambie notoriamente. En el contexto de los museos, la fricción se vuelve incluso más áspera con el debate de si se necesitan o no para llevar a cabo su función. ¿De veras vamos a apreciar mejor a Tláloc si le ponen una pantalla multimedia al lado sobre Reforma?

Los primeros estudios culturales en Inglaterra demostraron que las clases trabajadoras se sienten intimidadas por los recintos culturales. Si a este resquemor de clase se le aumenta la brecha digital, los museos corren el riesgo de alejar a un segmento considerable de la población. Por otra parte, los lapsos de atención y la manera en que funciona la mente de las nuevas generaciones se alejan cada vez más de lo lineal y lo puramente contemplativo, preceptos casi sagrados de la museología más arraigada: la mayoría de los acervos se ordena de manera cronológica (lineal) y pocos encargados de sala se regocijarían si algún niño verdaderamente interesado acerca las manos a una obra.

Al lado del Calendario Azteca, una pantalla multimedia podría resolver este conflicto; permitiría asimismo comprender mucho mejor el simbolismo y funcionamiento de la Piedra de Sol. En este sentido, las nuevas tecnologías pueden potenciar la experiencia museística, complementar las colecciones en las salas, beneficiar el acceso del usuario y sus hábitos de consumo cultural.

Este alcance se extiende más allá del museo. Cada vez una porción mayor del público utiliza Internet para planear su visita, así sea nada más para confirmar ubicación, horarios de apertura y exposiciones vigentes. El museo también se puede bajar ya al iPod: museos de distintas partes del mundo colocan en la tienda iTunes.com material gratuito vinculado con sus exhibiciones. Entre las opciones disponibles para este 'gadget' se encuentran dos de los museos más conocidos de...

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