Se acerca el fin de la censura

AutorGabriel Retes

Toda mi vida he sido objeto de una censura no transparente, si es que cabe el término. En los setentas, cuando gobernaba al país José López Portillo, lo sufrí con Nuevo Mundo y Flores de Papel. En la primera, porque se explicaba que había sido un artista plástico quien, por presiones de los españoles, había pintado a la milagrosa virgen y, en la segunda, porque la escena inicial era la invasión de los miserables que viven alrededor de las grandes ciudades.

Margarita López Portillo, entonces directora general de Radio, Televisión y Cinematografía, cuando las vio, dijo: '¡No, esto no puedo ser posible!' y decidió programarlas en sólo tres cines, sin publicidad y apoyo alguno.

Y esto, es un ejemplo de lo que la censura puede hacer sin cortar una escena o presionar para que se diga algo que no le agrade al Gobierno. Era 1977 y aunque uno se indignara, no pasaba absolutamente nada, nadie se daba cuenta de lo que pasaba y, mucho menos, lo que le ocurriera a una persona ajena.

Lo peor de todo, es que si el cine apenas y te da para vivir como clase media, la censura te parte totalmente tu vida.

Es de esas ocasiones en que se hace de todo para sobrevivir: tengo muy presente los ensayos en que Luis Felipe Tovar, Damián Alcázar, Dolores Heredia y muchos más, apenas y comíamos frijoles, tortillas, chile y sal para continuar con los proyectos.

Meses después del incidente, llegaron a México los seleccionadores del Festival de Cannes y cuando vieron Nuevo Mundo me invitaron, pero entonces, de nueva cuenta, la cúpula en el poder dijo que no, y lo mismo pasó con Flores de Papel, que finalmente, gracias al presidente de la Berlinale, quien amenazó a Margarita López con un escándalo a nivel mundial, la película participó en la competencia.

A partir de ahí pasé muchos años batallando, de necio en el cine, me metí de productor de teatro para poder llevar a la casa la papa.

Juntando todos nuestros ahorros, hicimos La Ciudad al Desnudo (1987), se la presenté a Enrique Soto Izquierdo, entonces director de Imcine, buscando fechas de exhibición y de pronto decidió cortar la proyección a la mitad, se fue corriendo hacia su oficina seguido de mí, marcó el teléfono de Operadora de Teatros (COTSA) y le dijo al director:

"Por mis huevos, ésta película de Retes no pasa en ningún solo cine de Operadora de Teatros, es obscena".

Y en efecto, le hicieron caso y tuve que esperar el cambio de régimen para que cuando llegara Ignacio Durán la pusieran en los cines Venus, Marilyn...

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