Acecha la apatía a madrigalistas

AutorMaría Eugenia Sevilla

Después de tres años bajo la batuta de James Demster, el Coro de Madrigalistas de Bellas Artes atraviesa por un buen momento, afirma el director.

Pero advierte que la apatía de algunos de sus integrantes es el mayor enemigo a vencer.

"Veo mucha resistencia, y mucha, mucha, mucha apatía", reconoce en entrevista el músico de origen estadounidense, radicado en México desde hace 20 años.

Subraya, sin embargo, que esta actitud no caracteriza a la totalidad de la agrupación, sino a unos cuantos que, tras varios lustros de pertenecer a ella, muestran poco entusiasmo -hay elementos que están ahí desde hace dos y tres décadas.

"Puede haber cansancio, inercia", supone el pianista, para quien el reto es motivar a los cantantes a través de un repertorio que les resulte atractivo artísticamente, con obras y dificultades nuevas.

Pese a los desencuentros que admite tener con algunos miembros del ensamble coral, Demster sostiene que en comparación con la forma en que lo recibió, hace tres años, "es un grupo sano" en el que la relación es respetuosa.

"Yo heredé un bosque de árboles caídos", resume. El ánimo de los 24 integrantes del coro que Luis Sandi fundara en 1938, dice, estaba resquebrajado.

"La reputación como grupo difícil había crecido".

"Ya no se disfrutaba la música", añade el bajo Daniel Cervantes, integrante del ensamble desde hace cinco años y miembro de su Consejo Artístico, organismo encargado de la programación.

Cervantes destaca que Demster ha dado frescura al repertorio que, elegido de forma consensuada, alterna los programas tradicionales de un coro de cámara con géneros que se presentan para el movimiento escénico, como la ópera y el teatro musical.

Otro enemigo moral, no privativo de este grupo sino presente en coros y orquestas del mundo entero, asegura Demster, es la frustración propia de aquéllos que no pudieron realizar una carrera solista.

"Hay gente que no está a gusto y así no se rinde lo mismo. Para el director es difícil animar a alguien que tiene una actitud de 'yo debería de estar en la Scala'".

Y es que el trabajo de un coro de cámara, acota Cervantes, es un arte minucioso que requiere de la humildad de los cantantes para poner su voz al servicio del ensamble sonoro.

A diferencia de un gran coro, de 80 integrantes, Madrigalistas cuenta seis elementos por cuerda, que a su vez se dividen por mitades para hacer las primeras y segundas voces, de modo que la mínima disparidad arruina el trabajo del grupo entero.

Es por lo...

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