El abuelo Yeyé y las narradoras

AutorCarlos Rubio

Francisco Umbral, el abuelo Yeyé de la literatura española actual, es el inventor del poema periodístico en España, de lo que dan cuenta sus columnas diarias en el periódico El Mundo. Se cuenta que la muerte de su único hijo, aún niño, lo sumió en una depresión de la que es resultado la novela Mortal y rosa, considerada su mejor obra en prosa y una de las cumbres de la narrativa española de la segunda mitad del Siglo 20.

La movida en los 70 alocó su ya de por sí desbocada pluma y le dejó tatuado un lenguaje que utiliza con maestría singular, que le hace decir cosas del tipo: "Así hicimos el amor por primera vez, lentos, demorados, con mi pene entrando y saliendo de su gran vagina de camella con tardanza de asteroide". Desde su Dacha en Puebla 3, Madrid, el escritor nacido en 1935 y valle-inclanista de hueso colorado, se ha ocupado de todos los géneros, mayormente la novela y el ensayo, entre cuyas obras, aparte de la ya mencionada, destacan El Giocondo, Trilogía de Madrid, Las señoritas de Aviñón, Madrid 650, Crónica de esa guapa gente, Guía de pecadores/as, Memorias borbónicas, Los cuerpos gloriosos y Las ninfas.

Eterno finalista del Premio Cervantes (de lo que a menudo se queja), en 1996 recibió el Premio Príncipe de Asturias de las Letras. Jamás se anda por las ramas, es sumamente directo, medio sordo y de carácter recto. Cuando no le gusta un libro, lo tira sin más a la piscina de su casa. Siempre tiene frío y va a todas partes con abrigo y bufanda, aunque haga un calor de los mil demonios. Le gusta observar el trasero de las señoritas y, si se animara, publicaría un interensantísimo tratado sobre el tema.

Paciente, tierna, de palabra susurrante y tímida, Ana María Matute (Barcelona, 1926) es una escritora que ha visto realizado el sueño de todo autor, y no precisamente por haber entrado en la Real Academia de la Lengua (sillón K), de la que es miembro desde 1996, no por haber obtenido los premios Planeta (por su obra Pequeña teatro) o Nadal (Primera memoria) o Fastenrath (Los soldados lloran de noche) o Nacional de Literatura ( Los hijos de los muertos), sino porque ha sido leída por algunas generaciones de niños gracias a obras como Historias de la Artámila, Caballito loco o Los niños tontos, lo que se le ha reconocido con el Premio Nacional de Literatura Juvenil en 1984. En los últimos años, su pluma ha sido tocada por la fantasía, gracias a lo cual ha escrito libros como Olvidado Rey Gudú (1996), hasta ahora su última novela, en la...

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