Abre sus puertas la casa de Gabo

AutorFrancisco Morales V.

FOTO: EDGAR MEDEL

El jardín de la casa ha sido cariñosamente rebautizado Plaza Gabriel García Márquez -o, más bien, Place, en lugar de "plaza"-, como anuncia un letrero idéntico al que cuelga de un poste en París, entre Rue de Montalembert y Rue du Bac.

"Hombre de letras colombiano. Ganador del Premio Nobel de Literatura", declara en francés la placa, uno de los primeros objetos que atrapan la vista al entrar a la residencia en el Pedregal de San Ángel.

Fue ahí, en ese jardín, donde "Gabo" y su esposa, Mercedes Barcha, posaron todavía en bata para la lente de su hijo Rodrigo, en una célebre polaroid del 21 de marzo de 1982, cuando la Academia Sueca los desmañanó con la buena nueva.

Las sonrisas amplias del retrato, de alguna forma, establecen el tono de lo que podría imaginarse sobre la vida en esa casa, hasta ahora cerrada.

"Para mí, Gabo y Mercedes eran muy mágicos", recuerda Emilia García Elizondo, nieta del matrimonio y directora de la Casa de la Literatura Gabriel García Márquez.

Como una decisión familiar, esa magia de ambos, que está patente en la biblioteca y el estudio, las fotografías con amigos, y la decoración de la casa, podrá ser compartida con el público a mediados de 2022.

"A Gabo le encantaba sentarse con sus amigos a hablar de literatura, entonces para nosotros es muy importante seguir eso, que sea un lugar donde se pueda hablar de literatura de todas las maneras posibles, ya sea un taller, una plática, una presentación de libro, una lectura", apunta sobre la programación futura.

La primera mirada hacia el interior es decididamente íntima, con la puesta en venta del armario de la pareja para la beneficencia.

"Pienso que entrar al clóset de alguien es no como algo prohibido, pero sí digamos que es un lugar muy íntimo", reflexiona García Elizondo, quien pasó varios meses revisando las prendas, entre el recuerdo y el cariño.

Asomarse a la sala donde fueron dispuestas las piezas produce una sonrisa instantánea, pues todo es inconfundiblemente Gabo.

Cualquiera de los sacos de tweed, con una pañoleta de seda, camisa y pantalones finos y las botas de piel, pudieron haber sido usados en una de las veces en que, como dictaba la tradición, García Márquez salía a la calle en su cumpleaños a recibir el cariño de sus lectores, quienes iban hasta su puerta a llevarle flores amarillas.

En bolsas interiores de los sacos incluso aparecieron dos plumones que el autor llevaba consigo por si había algún ejemplar que firmar.

"Siempre tenía...

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