Abandono en hospitales públicos de Venezuela

(Material transmitido por el Servicio Sindicado el pasado 16 de diciembre)Manuel CorroCIUDAD DE MÉXICO, diciembre 20 (EL UNIVERSAL).- Basura por doquier, olores putrefactos, áreas sin iluminación, filtraciones en paredes y techos es lo primero que se observa y se percibe al ingresar al hospital público Doctor José Gregorio Hernández, ubicado en el oeste de Caracas, Venezuela. Pero la situación es aún más compleja dentro de la institución, una de las principales en la capital del país petrolero.

Trabajadores del centro hospitalario, dependiente del Estado venezolano, coinciden en que no hay garantía de condiciones mínimas y necesarias de salubridad. Desde hace un par de años tienen acceso al agua, por ejemplo, una vez por semana y por unas cuantas horas.

El personal de limpieza no cuenta con cloro, detergentes o algún tipo de desinfectantes requeridos para mantener el ambiente libre de bacterias. La situación dejó sin baños operativos tanto a usuarios como al personal que ahí labora. De los sanitarios clausurados salen olores putrefactos, producto de las heces y orina humana que reposan ahí.

El servicio al paciente es precario o nulo. La unidad de salud no cuenta siquiera con gasas, inyecciones, adhesivos, suturas, compresas, sondas ni con otros insumos básicos de atención. Todo es cubierto por el enfermo, aun si llega por emergencia.

"Aquí no hay nada, quien viene debe traer todo para ser atendido. El paciente tiene que sobrevivir, no tanto a la enfermedad, sino a las condiciones del hospital. Da dolor verlos tirados en algunas de las pocas camas que todavía quedan", expresó un trabajador con 20 años de servicio, quien pidió no ser identificado por temor a represalias.

Tengan cuidado

La advertencia la hacen empleados del hospital a los visitantes que, luego de la primera impresión, todavía deciden recorrer los nueve pisos del edificio. En la planta baja se espera el único ascensor operativo. Para que llegue a este nivel, debe ser solicitado con un fuerte grito y a golpes de puerta, no hay botones de llamado, funciona a medias desde hace seis años. Otros tres elevadores tienen 10 años inservibles.

En cada piso el panorama es similar, uno más tenebroso que otro. Los que más saltan a la vista son los niveles cinco y siete que se encuentran clausurados. El abandono es evidente. En ambos existe una especie de cementerio de camas quirúrgicas, proporcional a la cantidad de cupos para pacientes que se dejaron de ofrecer.

Escritorios deteriorados...

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