Abandona UNAM tesoro artístico

AutorJorge Ricardo

Deteriorados por el grafiti, entre yerbas, latas de cerveza y de inhalantes tóxicos, sin público y con las placas de identificación destruidas, el Espacio y el Paseo escultóricos de Ciudad Universitaria de la UNAM están muy lejos de su primera gloria, a inicios de los 80, cuando fueron considerados la obra colectiva de arte público más importante en todo el mundo.

"Era un espacio extraordinario de la escultura mexicana contemporánea, pero como que se truncó, se hizo una cueva de ladrones; con la construcción del MUAC (Museo Universitario de Arte Contemporáneo, en 2008) bloquearon todas las piezas", afirma Sebastián, uno de los seis escultores que en 1977 iniciaron la construcción del Espacio Escultórico.

Helen Escobedo, Manuel Felguérez, Hersúa, Federico Silva y Matías Goeritz fueron los otros artistas que el 23 de abril de 1979 inauguraron el proyecto conjunto, una obra parecida a una rueda dentada horizontal de 120 metros de diámetro conformada por 64 módulos. El rector Guillermo Soberón celebraba así medio siglo de autonomía de la UNAM.

"Habrá de perdurar como el intento colectivo de arte público más importante de los últimos años", afirmaron los autores en el Manifiesto del Espacio Escultórico, publicado en 1980.

Como segunda parte del proyecto, los artistas, todos, excepto Goeritz, nacidos en México y exponentes del geometrismo, completaron un Paseo Escultórico, entre la Sala Nezahualcóyotl y los institutos de investigación, con piezas individuales, la última colocada en 1982.

"El doctor Soberón nos dijo 'sigan con su creatividad' y ahí nos juntamos otra vez, ahora en nuestro carro de individualistas", recuerda Escobedo, reconocida en diciembre con el Premio Nacional de Ciencias y Artes, y quien elaboró "Cóatl", una obra de 15 metros de largo que poco conserva de sus colores originales.

"Hasta he pensado poner unas escaleras para que ya me la grafiteen completa, si ya no se puede hace nada, porque francamente se ve muy mal", lamenta en entrevista.

Actualmente la zona parece abandonada, aunque, ocultos entre las piezas y la vegetación, es posible encontrar a grupos de jóvenes descansando y con botellas de cerveza.

"Antes pasaba a ver cómo estaban las esculturas, iba a la Dirección de Patrimonio para protestar porque las habían pintado con colores que no eran los originales. El espacio sigue siendo un icono en toda Latinoamérica, aunque verlo grafiteado y sin público es un espectáculo muy triste", agrega Escobedo.

Pero antes, recién...

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