BENCHMARK / ¡Eres un #$%&! /!!
| Autor | Jorge A. Meléndez Ruiz |
Elige un adjetivo para completar tu insulto:
"Achichincle, alcahuete, aprendiz de carterista, arrogante, blanquito, calumniador, camajanes, canallín, chachalaca, cínico"...
Claro, parte de la galería de injurias de ya sabes quién recopilada hace poco por el genial Gabriel Zaid en Letras Libres.
Pero apenas empiezo. Te distribuiré la lista completa (bueno, hasta junio) en esta columna. Porque hoy hablaremos de los insultos.
En la era de las redes sociales y la hipercomunicación, insultar es una estrategia exitosa del populista para minimizar al que piensa distinto.
Trump es un maestro. Y como bien dice Zaid: AMLO es un poeta.
Sin embargo, en realidad el insultador patogénico siempre terminará mal. Morirá de uno de los 8 cánceres del insulto:
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El que insulta se cierra al debate. Al descalificar evade analizar y mejorar las ideas propias.
"Conservador, corruptos, corruptazo, deshonesto, desvergonzado, espurio, farsante, fichita, fifí, fracaso, fresa, gacetillero vendido"...
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La que insulta no aprende. Aun la sabia más sabia puede aprender, pues la sabiduría no es universal. La que no escucha termina siendo irremediablemente estúpida.
"Hablantín, hampones, hipócritas, huachicolero, ingratos, intolerante, ladrón, lambiscones, machuchón, mafiosillo, maiceado, majadero"...
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El que insulta no innova. Los puntos de vista complementarios y el trabajo en equipo son claves para retar al statu quo.
"Malandrín, malandro, maleante, malhechor, mañoso, mapachada de angora, matraquero, me da risa, megacorrupto, mentirosillo"...
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La que insulta fomenta la grilla y la lambisconería. Sobre todo si la que agravia es una líder poderosa. Ella terminará rodeada de ineptos o, peor aún, de "yes men".
"Minoría rapaz, mirona profesional, monarca de moronga azul, mugre, ñoño, obnubilado, oportunista, paleros, pandilla de rufianes"...
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El que insulta fracasa frecuentemente. Tener dogmas inamovibles es una receta mortal en un mundo hiperdinámico.
"Parte del bandidaje, payaso de las cachetadas, pelele, pequeño faraón acomplejado, perversos, pillo, piltrafa moral, pirrurris"...
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La que insulta fomenta división y odio. Un ambiente agresivo siempre polariza.
"Politiquero demagogo, ponzoñoso, ratero, reaccionario de abolengo, represor, reverendo ladrón, riquín, risa postiza, salinista"...
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El que insulta no acepta la realidad. El líder colérico crea sus propios datos. Pero al final, la realidad siempre se impone.
"Señoritingo, sepulcro blanqueado, simulador, siniestro...
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