Los 60 / José Trigo

AutorGuadalupe Loaeza

Me gusta, asimismo, el rigor de Fernando del Paso para narrar el periodo de Benito Juárez y la guerra contra los franceses. De ahí que me diera un gusto enorme saber que había ganado el Premio Cervantes uno de nuestros mejores novelistas. No nada más tiene un vocabulario extensísimo, sino un estilo impecable. En esta columna dedicada a los 60, no podía faltar este autor, pues en esa década se inició en la literatura. No fue una aparición modesta, por el contrario, cuando se publicó José Trigo, se habló de ella muchísimo. Pero a la gran mayoría de los escritores los comió la envidia y casi nadie habló bien de esta novela.

José Trigo (1966) es uno de los libros más complejos de nuestra literatura y quizá también uno de los más ambiciosos. Qué triste debió de sentirse Del Paso al notar que su libro más que una buena recepción, desató una polémica. Aquellos que pensaba que eran sus mejores amigos, de pronto publicaron notas adversas. En el suplemento de Fernando Benítez, se armó una discusión bajo el título: ¿Estamos frente a un genio? Juan Rulfo dijo: "Es la más formidable empresa que en el terreno idiomático se haya intentado en Hispanoamérica". Pero Emmanuel Carballo, Huberto Batis y José Luis Martínez estuvieron en contra a pesar de que nadie había leído el libro por completo, ya que apenas estaba en imprenta y sólo se conocían unos fragmentos.

Lo que nadie podía negar era que se trataba de una novela distinta. Hasta entonces nadie había hecho un retrato de la zona de Tlatelolco. Leamos lo que dijo el autor al poeta Juan Carvajal: "Tenía yo en la cabeza una anécdota sencilla y la realidad me ofreció un ambiente bello y extraño, lo que era antes Nonoalco-Tlatelolco. Cuando decidí situar en este lugar mi relato, seducido por su belleza plástica y por su extraña condición, lo visité con frecuencia para tomar notas. Me interesó cada vez más, ya que se prestaba para construir un escenario sui géneris, que no tenía nada de rural y que, sin embargo, a pesar de ser urbano, mostraba un aspecto singular de la ciudad que no era ni el más hermoso ni el más desagradable desde el punto de vista social. No se trataba de un mundo de parias, ni de vecindades estilo Los hijos de Sánchez".

Del Paso recorrió todas esas calles a punto de desaparecer, porque a partir de 1960, el arquitecto Mario Pani comenzó a proyectar la unidad Tlatelolco. Donde estaban los lotes baldíos del Sindicato de Ferrocarrileros, ahora estarían miles de modernos...

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