De política y cosas peores / Papa renovador

"-¿A qué horas serás mía?" -le preguntó con ansiedad Simpliciano a Pirulina. Ella, que bebía la copa de tequila que él le había servido, respondió: "-A las dos". "-¿A las 2 de la mañana? -se consternó Simpliciano-. ¡Apenas son las 9 de la noche!". "-No, tonto -aclaró ella con una sonrisa-. A las dos copas"... La señora supo que su hijo estaría en apuros cuando su nuera le habló por teléfono para preguntarle dónde podía comprar un abridor de huevos... Doña Macalota amaneció aquel día con un hipo tremendo. Recurrió a todos los remedios caseros que hay para quitar ese incómodo malestar: se tapó la nariz; respiró con una bolsa de papel puesta en la boca; se puso una moneda en la frente; se bebió cabeza abajo un vaso de agua. Todo fue inútil: el hipo no sólo no se le quitó, le siguió peor. Acudió la señora a la consulta de un facultativo, y el medicamento que éste le recetó tampoco dio resultado alguno. Esa noche, al volver a su casa, doña Macalota encontró a su esposo don Chinguetas haciendo el amor desaforadamente con la linda criadita de la casa. La impresión que le produjo verlos en esa acción copulativa fue tan grande que al punto dejó de hipar. "-¿Lo ves, María Candelaria? -exclamó alegremente don Chinguetas dirigiéndose a la fámula-. ¡Te dije que con esto se le iba a quitar el hipo a mi mujer!"... El último éxito editorial entre los antropófagos es un libro que se llama "Cómo Servir a tu Prójimo"... Yo soy fan del Papa Francisco. Me seduce su sencillez franciscana y admiro su inteligencia de jesuita. Pienso que está llamado a hacer cambios de consideración en la Iglesia, a renovar con el Espíritu su espíritu, a ponerla en armonía con nuestro tiempo. Enfrenta, desde luego, el conservadurismo de algunos Cardenales y no pocos Obispos apegados a actitudes que en esta época resultan ya anacrónicas. No obran de mala fe esos dignatarios cuando mantienen sus convicciones: en ellas se formaron, y siempre es muy difícil admitir las novedades que derivan de las transformaciones de la sociedad. La Iglesia, sin embargo, debe adaptarse a esos cambios. Lo ha hecho siempre, de ahí su permanencia milenaria. Sin hacer sacrificio de sus principios básicos se ha ido renovando en una continua búsqueda de equilibrio entre el progreso...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR