Ivaginaria / Las amantes del poder

AutorElia Martínez-Rodarte

Este año salió el libro "Las Amantes del Poder" de la periodista Sanjuana Martínez y lo he presentado con gusto, pero también con una cierta tristeza: ¿todavía está chido ser la amasia de alguien y vivir y sobrevivir a eso (sin salir raspada)?

Los ocho casos del libro, todos de señores políticos (Enrique Peña Nieto, Genaro Góngora Pimentel, Juan Iván Nader, Luis Téllez, entre otros célebres) y sólo el de una mujer, Rosario Robles, nos dicen uno a uno cómo cada dama cayó en las redes de un seductor político que las embarazó y las dejó a la deriva. Es un libro de ell@s y sus amantes.

La mayoría de ell@s casados y criando hijos de sus matrimonios bien, se pusieron en modo casa chica y éstas pobres señoras apenas los sobrevivieron y pudieron contárselo a Sanjuana, en una serie de narraciones periodísticas que por fortuna, si son piezas periodísticas.

Y aunque todo este asunto se trate como diría Rosarito Robles de que cayó "porque estaba enamorada", éste es un libro para que lo leamos todos y todas, no sólo como la inmensa telenovela ridícula, que viven los políticos y sus queridas, o sus quelites, sino como una forma de aprender a ser cauto en las relaciones.

Cuando uno recorre cada caso piensa: ay qué mensa esta señora, cómo no vio que ese tipo era una cosa de otro planeta, como el consejero del IFE Sergio García Ramírez, un hombre violentísimo que no quería a nadie, y al cual la señora María Gómez Rivera le aguantó más de 20 años de yugo, tres hijos y hartas cosas rotas que el tipo mandaba por los aires cuando se enojaba.

Sin embargo ahí estuvieron al lado de un espécimen insoportable al cual le tuvieron que seguir el paso en su doble vida, por debajo del agua, siendo la otra.

Todo se amor, despecho y desgracia que cuentan estas mujeres en "Las Amantes del Poder" es la primera causa de la evaporación de su autoestima y dignidad, unas en litigios por pensiones y otros dineros, otras en franca alegría porque se libraron de esos bichos, y son un ejemplo que debemos transmitir a otras de inmediato. Sabemos que las nalgas traicionan a todo mundo, sin distinción de clases sociales ni de razas, pero al menos tendremos la referencia en la mente para no calabacearla. Y sin embargo lo haremos. También nos enamoramos de las mismas piedras que ellas y con el mismo talante de necedad. Cuando a una se le pone...

Pero la...

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