Perfección en radiocirugía

AutorAntonio Bertrán

A Médica Sur llegó un "Rolls-Royce" flamante, totalmente automatizado, de 4 millones de dólares. El lugar donde se estacionó no fue un cajón cualquiera, sino un búnker con piso de duela, iluminación cálida y un domo con paisaje de árboles y cielo azul en la Unidad de Radiocirugía.

El Gamma Knife Perfexion es comparado por Adela Poitevin, jefa de la unidad, con los automóviles de la marca británica considerada la mejor del mundo, debido a las innovaciones que presenta para tratar tumores y otras malformaciones cerebrales de manera no invasiva.

El modelo más reciente de la firma sueca Elekta opera en Médica Sur desde el verano pasado y sustituyó al Leksell B -"que era como un Buick"-, el cual dio servicio durante 13 años.

Otro equipo igual existe en el Hospital San Javier de Guadalajara, Jalisco.

"Lo que tiene de maravilloso es que todo está automatizado", destaca Poitevin, especialista en radioterapia en el Instituto Gustave Roussy de París.

Esto significa que desde la computadora se pueden programar los colimadores que son los puntos del cabezal que emitirán los haces de rayos gamma para incidir en el tumor y destruirlo con una precisión de micras (milésimas de milímetro). Así se evita al máximo afectar otros tejidos o áreas sanas.

En el equipo anterior, el cabezal de casi una tonelada debía ser extraído del aparato con una grúa y ajustado manualmente según los requerimientos de cada paciente; esto implicaba algunos minutos.

Al ser automático, el Gamma Knife Perfexion permite disminuir el tiempo de preparación del procedimiento a unos cuantos segundos.

"Tiene menos fuentes de cobalto: 192 contra 201 del modelo anterior, y todo es muy cuidado en cuanto a la seguridad radiológica", agrega Poitevin.

"Lo bueno también es que se trata de un aparato extends, que por su diseño nos permite tratar problemas no solo el área de la cabeza sino desde las primeras vértebras cervicales del cuello".

La tecnología gamma knife, que surgió en los últimos años de 1980, permitió cambiar el riesgoso bisturí de las intervenciones neuroquirúrgicas por la invisible radiación concentrada que al llegar a las células cancerosas y destruir su ADN provoca que se vayan muriendo (necrosando) y evita su reproducción.

Con este procedimiento no es necesaria la anestesia general ni muchas horas de quirófano o algunos días en terapia intensiva o media, lo cual reducen los costos para el paciente y, lo mejor de todo, le permite regresar a su casa y a sus actividades cotidianas...

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