'La vida para mí es una aventura'

AutorSilvia Isabel Gámez

Su primer recuerdo es el estruendo de una bomba en Niza durante la Segunda Guerra Mundial. Jean-Marie Gustave Le Clézio tenía 3 años de edad.

"Creo que eso hizo que odiara la guerra. Para mí, los países desarrollados son los que favorecen la paz universal, como México, que nunca trató de colonizar otra nación, o Isla Mauricio, el país de mis padres", afirma el Nobel de Literatura francés.

Durante la guerra leía los diccionarios que había en la biblioteca de sus abuelos. Era su única puerta abierta al mundo, dice. "Cuando tenía 10 años, descubrí a Maupassant, una buena escuela para entender a los adultos".

Le Clézio busca replicar esa experiencia con su Fundación por el Interculturalismo y la Paz, que distribuye en los colegios pobres de las islas del océano Índico -Mauricio, Rodrigues, de la Reunión- novelas de Balzac, Dickens, Zola. Algunos de esos niños, afirma, nunca anteshabían tenido un libro.

A sus 73 años, ya no es aquel joven aventurero que vivió con los indios emberá de Panamá y recorrió los caminos de Michoacán, pero no ha perdido la curiosidad por descubrir otros horizontes. "La vida, para mí, sigue siendo una aventura".

Su familia es errante.

Recuerda que su padre, médico, pasó varios años en la selva de Guyana, luego se trasladó a África y su madre lo acompañó en un viaje a caballo por la sierra de Camerún.

"Nos inculcaron que no todo estaba en los libros. Había que viajar y conocer, descubrir la verdad", explica. "Nunca he pensado que la literatura es sólo leer y escribir; es también vivir aventuras, conocer gente y nutrirme de lo que el mundo ofrece. Para escribir necesito una mesa, y si no la tengo, un pedazo de madera, pero lo que me hace falta es salir, encontrar otras realidades".

La literatura no puede existir sin una fuerza que la impulse, señala Le Clézio. "Cuando estoy leyendo o escribiendo, siempre me pregunto por qué. Si no hay un motivo, el libro no vale. No se trata de algo moral; la fuerza está en el lenguaje".

Pero su principal razón para escribir es simple, afirma: no puede dejar de hacerlo. "El lenguaje es como las olas del mar viene una palabra tras otra. Eso impulsa a continuar".

Ha dicho: "Escribo para intentar saber quién soy".

Es un poco la cuestión del doble: si uno lo encontrara inmediatamente, se volvería cenizas. Lo importante es el proceso de indagación. Eso provee el alimento para la literatura.

¿Aún busca con su escritura desafiar a la realidad?

Cuando le preguntaron a Salman Rushdie si escribía...

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