Jaime Sánchez Susarrey / Octavio Paz Chuang-Tzu

AutorJaime Sánchez Susarrey

En 1957, Octavio Paz tradujo y publicó una serie de textos clásicos chinos. Su propósito era compartir el placer de leerlos. Después los integró en un libro, Versiones y Diversiones (1974). Pero no incluyó a Chuang-Tzu.

En 1996, dos años antes de su muerte, recogió los fragmentos de Chuang-Tzu e incluyó trazos de otros filósofos chinos, en un pequeño y bello libro editado por Ediciones Siruela.

En el prólogo, que titula: "Chuang-Tzu, un contraveneno", Paz explica el porqué de la publicación. Entre las razones que da, dos me parecen notables.

La primera es una advertencia: "El reino de los filósofos, nos dice Chuang-Tzu, se transforma fatalmente en despotismo y terror. En nombre de la virtud se castiga; esos castigos son cada vez más crueles y abarcan a mayor número de personas, porque la naturaleza humana -rebelde a todo sistema- no puede nunca conformarse a la rigidez geométrica de los conceptos".

La segunda, un contraveneno a la modernidad: "Nuestra época ama el poder, adora el éxito, la fama, la eficacia, la utilidad y sacrifica todo a esos ídolos. Es consolador saber que, hace dos mil años, alguien predicaba lo contrario: la oscuridad, la inseguridad y la ignorancia, es decir, la sabiduría y no el conocimiento".

Pero, como dice el poeta, al concluir su prólogo, será mejor cederle la palabra a Chuang-Tzu.

El ritmo vital

Para el sabio, la vida no es sino un acuerdo con los movimientos del cielo; la muerte, una faceta de la ley universal del cambio. Si descansa, comparte los ocultos poderes de Yin; si trabaja, se mece en el oleaje de Yang. No busca ganancias y es invulnerable a las pérdidas; responde sólo si le preguntan; se mueve, si lo empujan. Olvida el saber de los libros y los artificios de los filósofos y obedece al ritmo de la naturaleza. Su vida es una barca que conducen aguas indiferentes; su muerte, un reposo sin orillas... El agua es límpida si nada a ella la oscurece; inmóvil, si nada la agita; si algo la obstruye, deja de fluir, se encrespa y pierde su transparencia. Como el agua es el hombre y sus poderes.

La tortuga sagrada

Chuang-Tzu paseaba por las orillas del río Pu. El rey de Chou envió a dos altos funcionarios con la misión de proponerle el cargo de Primer Ministro. La caña entre las manos y los ojos fijos en el sedal, Chuang-Tzu respondió: "Me han dicho que en Chou veneran una tortuga sagrada, que murió hace tres mil años. Los reyes conservan sus restos en el altar familiar, en una caja cubierta...

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