Entregas en caliente / Ósculo interruptus

Paco Jones tiene la mirada fija en las profundidades de un par de piernas que no lo dejan pensar bien. Por un lado ha perdido la pista de Carmen, la secuestradora de perros y una de las siete mujeres que debe rastrear para dar con Rebeca. A cambio, en un acto más casual que heroico ha rescatado al pequeño Spinky, un perro chihuahueño al que acaba de entregar a su dueña sin cobrar la recompensa. Frente a él está Nieves muy agradecida. Es una mujer que está buenísima; con unas piernas sublimes que cuando uno detiene los ojos en ellas por más de dos segundos, comienzan a parecerse más bien a un par de puertas celestiales, deseosas de ser tocadas, donde uno quisiera hundir el rostro para no despertar más.

Nieves le ofreció al mensajero que sus piernas serían suyas junto con la mitad del dinero de la recompensa si le ayudaba a escapar de su marido.

Paco Jones, sin conocer siquiera al sapo para saber de a cómo es la pedrada, se apunta y coloca su mano sobre uno de los muslos. Nieves piensa que Paco bien podría merecer una probadita de lo que le está prometiendo y pasa su lengua por el borde de sus labios. Jones se excita, pero no puede mover mucho la mano porque Spinky, sin gruñido alguno, se le avienta encima clavando sus pequeñas garras en el antebrazo del mensajero para con la lengua de fuera, frotar su bajo vientre contra el codo de Jones.

-¿Has visto? Te digo que pareces un buen tipo, hasta le has gustado a Spinky.

Nieves se ríe divertida. El mensajero está dispuesto a que el animal folle con su extremidad con tal de no retirar la mano de su pierna. Ella se apiada de él. Antes de que el chihuahueño termine encima de Paco, Nieves toma con cariño al animal y se lo lleva a los pechos cubriéndolo de besos.

-Pobrecito de mi Spinky, ahora veo lo mucho que has sufrido...

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