DE POLÍTICA Y COSAS PEORES / Confusiones

AutorCatón

El antropólogo y su esposa fueron a vivir con una tribu de aborígenes. Querían estudiar sus usos y costumbres. Ellos -el antropólogo y su mujer- cambiaban con frecuencia sus costumbres y sus usos, pero no querían que los aborígenes cambiaran los suyos. Mientras el hombre hacía sus investigaciones la señora participaba en la vida de la aldea. Poco tiempo después el antropólogo le contó al jefe de la tribu: "Cada vez que paso por la calle las mujeres me gritan: '¡Carnudo! ¡Carnudo!' ¿Por qué me dicen eso, si no estoy gordo?" "No les haga caso -le recomienda el jefe-. Lo que pasa es que no hablan bien la lengua del hombre blanco, y se les revuelven las vocales"... Himenia Camafría, madura señorita soltera, le contó a su amiguita Celiberia Sinvarón: "Anoche un hombre estuvo golpeando como loco la puerta de mi casa. Eso duró de las doce de la noche a las cinco de la mañana". "¡Qué barbaridad! -se alarma Celiberia-. Y tú ¿qué hiciste?" "¿Qué querías que hiciera? -replica con enojo la señorita Himenia-. Tuve que dejarlo salir"... En el circo el lanzador de cuchillos tenía en suspenso al público: uno tras otro lanzaba sus agudos puñales, y éstos se clavaban a unos cuantos milímetros del cuerpo de la escultural muchacha que le servía de ayudante. Ante el silencio de la multitud la silueta de la chica se iba dibujando con los cuchillos sobre la tabla. Babalucas se levanta de su asiento, y con las manos puestas a modo de bocina le grita al individuo: "¡Concéntrate, pendejo! ¡Atínale por lo menos uno!"... En la cantina le cuenta un tipo a otro: "Mi mujer es muy fea. Antes de hacerle el amor le pongo una bolsa en la cabeza, para no verle la cara". "Mi mujer es todavía más fea -replica el otro-. También le pongo una bolsa, pero me pongo otra yo, por si se le cae la suya"... El cazador y su mujer iban por la jungla cuando un enorme orangután se abalanzó sobre ella y empezó a hacerla objeto de sus bestiales instintos de lujuria. "¡Trata de escapar, Clorilia!" -le grita él sin poder disparar contra la fiera por temor de herir a la señora. "¡Ni madres! -responde ella-. ¡Estoy sintiendo lo que nunca he sentido contigo!"... El sacerdote impartió a los novios la bendición nupcial, y luego les dijo: "Ahora son...

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