De todo un poco

AutorHugo Hernández

El Foro de la Cineteca sigue en el Cineforo de la Universidad. Y esta semana propone, entre otras, dos películas que exploran la miseria moral en un paisaje de miseria económica. También hay espacio para contraponer la vida "culta" y la vida sabia, la paz intelectual y la ruidosa frivolidad. Nada mal para hacer un contrapeso a la piratería legal que se posesionó de la cartelera comercial.

Jean Gentil

De: Laura A. Guzmán e Israel Cárdenas

República Dominicana/México/Alemania, 2010

Premios: Especial del jurado en Guadalajara

Jean Gentil es un haitiano que vive en Santo Domingo, habla cinco idiomas y tiene dos licenciaturas. Recientemente ha perdido su trabajo como maestro. Y encontrar un nuevo trabajo no es tarea fácil. Jean Gentil (2010) apuesta por un registro que se ubica entre la ficción y el documental (Gentil se interpreta a sí mismo y revive situaciones que no le son ajenas), y por medio del personaje epónimo explora el mosaico social del subdesarrollo, las dificultades para sobrevivir y la improbable solidaridad ambiental. El resultado, si bien presenta algunos altibajos, es valioso, entre otras cosas, por su congruencia.

Mi felicidad

De: Sergei Loznitsa

Alemania/Ucrania/Países Bajos, 2010

Un transportista, que conduce por zonas rurales de la ex Unión Soviética, encuentra un ambiente hostil, el imperio del desencanto y la violencia. El ucraniano Sergei Loznitsa es documentalista, pero aquí aborda, desde la ficción, la miseria material y espiritual que padecen los pobladores de lo que fue una República Soviética. Loznitsa confiesa que su intención es dar voz e imagen a los marginales, a "aquellos a quienes nadie miraría, aquellos cuyos rostros jamás aparecerían en una revista de modas". La película, que compitió en la Sección Oficial de Cannes, divide las opiniones en serio. Todas coinciden, eso sí, en que la brutalidad registrada es universal.

Conversaciones con mi jardinero

De: Jean Becker

Francia, 2007

Un famoso pintor deja París, regresa a su pueblo natal y se instala en la casa de su infancia. Ahí tiene un jardín al que busca sacar provecho, y contrata a un jardinero que resulta ser un ex compañero de escuela. Y conversando con él descubre a un hombre sencillo, pero de una sabiduría apreciable. Jean Becker se inspira en una novela de Henri Cueco y pone a conversar dos posturas distantes, pero complementarias de ver el mundo. Al final queda claro que se puede estar bien en el mundo gracias al arte o al trabajo, en contacto con la...

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