YURIKO KURONUMA. Japonesa de nacimiento, mexicana de corazón

AutorL.C.P. Alma Elisa Ramírez Cano
CargoSocia de Meraz, Romero, Trejo y Asoc.
Páginas12-12
©Yuriko Kuronuma/archivo personal
12
ARTES
L.C.P. Alma Elisa Ramírez Cano
Socia de Meraz, Rome ro, Trejo y Asoc.
Ely_zas@hotmail.com
YURIKO KURONUMA
JAPONESA DE NACIMIENTO,
MEXICANA DE CORAZÓN
Con una vida entera inmersa en la músic a, Yuriko Ku-
ronuma, quien actualmente reside e n Japón, volvió a
México para ofrecer un concier to a beneficio para la
restauración del Museo de l Tiempo Tlalpan.
Acompañada magistralmente por el pianista Józef
Olechowski, Yuriko Kuronuma cedió su voz al violín,
siendo testigos de la unión entre el ins trumento y
la ejecutante. Al finalizar e l concierto, compartió un
poco de su historia:
Viví en México 40 años; lo conozco desde 1962. A los
22 años dí en México mi primer concierto en Palacio de
Bellas Artes. Después viajé por el mundo.
Dos años estuve aquí, dos años en Japón, dos años en
EE.UU. y dos años en Austria. Estuve en muchos países.
Regresé a México en 1972, donde viví por 40 años.
Me casé con un antropólogo mexicano que conocí en
Europa.
En México tuve mi academia durante 32 años. Más de
mil alumnos atravesaron mi estudio. No todos ejercen
como profesionistas, pero el más destacado de México
es Adrián Justus, a quien todo el mundo conoce; el con-
certino de la filarmónica de la UNAM, S ebastian Kwa-
pisz, y Daniel Vega Albela, quien está en EE.UU., donde
fundó un cuarteto de cuerdas llamado “La Catrina”, y
también es profesor.
En el año 2012, me celebraron mis 50 años como vio-
linista en el Palacio de Bellas Artes, pues debuté en
México en 1962.
Empecé a tocar a los ocho años, desde entonces me
gustaba mucho el violín, y también a mi padre le gusta-
ban los instrumentos de cuerdas. Como yo tenía ocho
años y no podía tocar un chelo o un contrabajo, empecé
con un violín.
Violines los hay diminutos y empecé con uno de un
cuarto, como el de un niño que andaba por aquí, mos-
trándome su violín pequeño.
Y así, rodeada de músicos de todas las edades, Yuriko
Kuronuma cerró el concierto recorriendo con su mú-
sica los pasillos y el tiempo, deleit ando a cada espec-
tador con un pedacito de ella. No s in antes compartir
su experiencia con una recomendación para quien em-
pieza:
Deben tener la técnica básica muy sólida, pero el objeti-
vo es cantar con todo corazón. No tocar notas. El violín
es como la voz humana.
Al final, con voz suave, casi inaudible , susurró: Adiós
México, ya me despido.

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