Ximena Peredo / Entras, robas y te quedas

AutorXimena Peredo

La reforma energética que promueve Peña Nieto y sus estrellas es un contrato de asalto ad eternum: entras, robas y te quedas.

Con la historia de saqueos que nos antecede no deberíamos tener la menor duda en rechazar esta privatización de la explotación petrolera. Es ridículo siquiera prestar oídos a los actores que hoy se presentan como expertos en materia para vendernos como la gran oportunidad de modernización lo que no es más que un asalto por las buenas.

No me acompleja que me llamen "enemiga del progreso". Ni me aterra quedar fuera de la lógica impuesta por la euforia capitalista. Al contrario. Advierto como patológica la obsesión por producir sin límites. El petróleo es el lubricante clave de esta máquina sin ética programada para no necesitar descanso. Bajo esta idea de eficiencia industrial es que se ha planteado el resto de nuestra economía. Habrá luego que consumirlo todo, ésa es nuestra importancia.

El petróleo es un símbolo civilizatorio. Luego de su descubrimiento, uso y explotación el mundo se transformó. La creación de plásticos, telas sintéticas, químicos, fertilizantes y combustibles nos hizo sentir modernos aunque hoy vivamos en auténticos basureros coloridos. La toma de conciencia sobre la importancia de preservar la vida sobre cualquier otro interés se contagia lenta, pero inexorablemente. El tiempo del petróleo está pasando.

Ahora bien, aunque podamos comprender el desgaste histórico de algunas ilusiones la inercia del sistema impera. México tiene el petróleo que Estados Unidos desea. Más que eso, México posee un bien estratégico para la seguridad nacional de su vecino. En el 2025, Estados Unidos consumirá 30 millones de barriles de petróleo diarios. De no hacerse de yacimientos, necesitará importar el 70 por ciento de estos insumos, destacó la Dra. María Fernanda Campa, catedrática de la UNAM, experta en la materia.

Debería ser muy afortunado tener tanto de lo que Estados Unidos necesita, aunque en nuestro caso esto parece ser una desgracia. Lo conocemos. Nuestro vecino es un país obeso cuya economía se sostiene inventando necesidades de consumo, incluidas guerras. Pero también conocemos a nuestro Gobierno. Vimos su desastroso arribo al poder...

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