Viviendo el Concilio/ Nuevas actitudes ante la liturgia (II)

AutorAgustín Cortés Aguilar

Visitando la Basílica de Guadalupe, me llamó la atención ver que algunos sacerdotes celebraban la misa en las capillitas que están en la parte superior del templo mayor. Lo curioso es que celebraban solos, cada uno en una capillita distinta. ¿No sería mejor unirse a alguna de las muchas misas que se celebran todos los días en el templo grande de la misma Basílica?

Por otro lado, es notorio que de las grandes muchedumbres que habitan las periferias del área metropolitana, quizá ni el uno por ciento de las personas asista a misa los domingos. Se escuchan expresiones como "Dios está en todas partes y, por lo tanto, no necesito ir a misa para platicar con El y alabarlo; lo puedo hacer desde mi casa"; también: "no me gusta ir porque parece un desfile de modas".

Generalmente estas personas, en ocasión de algún evento familiar, son las que solicitan alguna misa privada, sin participación abierta a la comunidad. Quizá uno de los motivos principales sea que muchos no se sientan integrantes de una comunidad eucarística, comunidad unida y organizada como un cuerpo articulado cuya misa es lo más importante.

¿Qué dice el Concilio?

¿Sabía usted que una actitud a la que nos ha invitado el Vaticano II es a la preferencia por las celebraciones comunitarias? Repasemos algunos números de la Constitución Sobre la Sagrada Liturgia: No. 26: Las acciones litúrgicas no son acciones privadas, sino celebraciones de la Iglesia, que es "sacramento de unidad", pueblo santo congregado y ordenado bajo la dirección de los Obispos.

No. 27: Siempre que los ritos, cada cual según su naturaleza propia, admitan una celebración comunitaria, con asistencia y participación activa de los fieles, incúlquese que hay que preferirla, en cuanto sea posible, a una celebración individual y casi privada. Esto vale, sobre todo, para la celebración de la misa y para la administración de los sacramentos.

Oración

Dios, Padre nuestro, que con admirable providencia dispusiste que el Reino de Cristo se extendiera por todo el mundo y que todos los hombres participaran de la redención, haz que tu Iglesia, sacramento de unidad y salvación, manifieste y realice entre los hombres el misterio de tu amor, y ser así fermento de vida e instrumento de salvación en medio de la comunidad humana. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

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