Viven discapacidad y desafío escolar

AutorDalia Gutiérrez

El inicio de este nuevo ciclo escolar no ha sido fácil para Ivannia, chica de 12 años con síndrome Down que acaba de ingresar a secundaria.

Aunque siempre se conecta a sus clases virtuales, no comprende muchos de los temas, se aburre y a veces hasta se queda dormida porque los contenidos no están adaptados a sus necesidades, como debería ser.

Su secundaria cuenta con una Unidad de Apoyo a la Educación Regular (USAER), que ayuda a integrar alumnos con necesidades educativas especiales, pero nunca habían tenido una estudiante con esa condición y no estaban preparados para recibirla.

"La maestra de apoyo me dijo que le diera tiempo para ver cómo adaptaba las clases de Ivannia", cuenta Julia Arriaga, madre de la niña. "Ya están encargando tareas, ¿cómo le hago?".

Además de estar con ella las seis horas de clase, tiene que buscar cómo modificar las lecciones para que las comprenda.

Que su hija regrese a clases presenciales sería de gran ayuda, pero el plantel donde estudia aún no reabre sus puertas.

Y aunque la secundaria decidiera abrir de nuevo, el miedo por un posible contagio la detendría de enviarla a las aulas.

Esta desesperación que siente por la situación de Ivannia también la viven otras familias en donde crece una niña o niño con alguna discapacidad o condición.

Los padres ven prioritario el regreso a clases, pero la decisión no es sencilla.

"Por una parte, sí me gustaría que (la escuela) fuera presencial, pero como son niños más sensibles en cuanto a las enfermedades, sí me da miedo", señala Lizeth Sánchez, madre de Jaime.

Su hijo de 9 años perdió la vista en la lucha contra el cáncer cuando era más pequeño. Sus defensas son más bajas que las de otros niños.

"La verdad", añade...

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