Visión Económica / Privatización satanizada

AutorSalvador Kalifa

El nuevo director de Petróleos Mexicanos (PEMEX) descartó recientemente cambios constitucionales en la industria petrolera estatal durante la presente administración. Según las notas de prensa, expresó textualmente: "Se habla mucho de reformas, pero creo que debemos tratar de darle un contenido más preciso a lo que se está hablando; quiero reiterar que en esta casa no se está trabajando bajo el supuesto de que vaya a haber en el corto plazo, ni en los términos de la administración reformas constitucionales que cambien sustancialmente el corazón de la empresa, y en lo fundamental, las actividades de PEMEX".

El funcionario indicó, sin embargo, que se requieren inversiones de entre 8 mil ó 10 mil millones dólares anuales (mmd), en adición a los 15 mmd que ya se invierten en promedio anual, para mantener los márgenes operativos y cumplir las metas respectivas. En este sentido, el reto será obtener esos recursos extras sin modificar el marco legal que actualmente rige a PEMEX y que, a la fecha, ha impedido la inyección de los fondos necesarios.

Es probable que con una visión pragmática, el director de PEMEX haya decidido evitar la controversia sobre la apertura de la paraestatal y del sector petrolero al capital privado, concentrándose en lo que es posible obtener cumpliendo con las disposiciones legales vigentes. El problema es que desde esa perspectiva práctica, la industria petrolera mexicana permanecerá sujeta no sólo a los criterios burocráticos que muy poco sirven para tomar decisiones con sentido de eficiencia económica, sino con el rezago que la caracteriza respecto a otras empresas petroleras internacionales.

Adicionalmente, actitudes como las adoptadas por este funcionario ponen de manifiesto uno de los mayores obstáculos para que nuestra economía avance hacia su modernización. Me refiero a lo que ha pasado a ser un tabú para la clase política latinoamericana: la palabra privatización. Después de haber insistido ante las masas sobre las bondades del Estado benefactor, nuestros políticos no han tenido el conocimiento o el valor para enfrentarse a esas masas y plantearles claramente la imposibilidad y la inconveniencia de que el Estado realice actividades que las empresas privadas pueden hacer de manera más eficiente y productiva.

Debido a esa omisión, casi siempre intencional de nuestros dirigentes, se explica que la generalidad de la población latinoamericana tenga una opinión negativa sobre la transferencia de la propiedad de las...

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