Los viejos gigantes del agua

(Material transmitido por el Servicio Sindicado el pasado 30 de septiembre)Susana Colín MoyaCIUDAD DE MÉXICO, octubre 5 (EL UNIVERSAL).- Poco nos queda del paisaje lacustre que caracterizó a la Cuenca de México por siglos, quizá crónicas que dan cuenta de su íntima relación con el agua, pinturas y litografías que nos permiten imaginar su belleza y la traza de importantes avenidas que antaño eran el cauce de ríos y canales.

Existen testigos que han logrado sobrevivir al avance de la urbanización y que nos contarían la historia de un ecosistema distinto al actual.

Ellos son los ahuehuetes

Su nombre lo dice todo: ahuehuete proviene del náhuatl: a (atl) agua y huehue viejo: viejo del agua. La especialista en arqueobotánica, Aurora Montúfar, señala que este árbol es la única conífera acuática del mundo y crece desde el sur de Estados Unidos hasta Guatemala, es decir, abarca todo el territorio mexicano.

El ahuehuete se caracteriza por su longevidad, por sus grandes dimensiones y porque se desarrolla cerca de cuerpos de agua, generalmente al lado de los ríos. Según el director de comunicación de la Conabio, Carlos Galindo, este ecosistema se llama "bosques de galería" o "bosques de ribera". Comparten espacio con árboles como fresnos y álamos.

El ahuehuete tiene un valor ritual muy importante. Aurora Montúfar, bióloga por el Instituto Politécnico Nacional (IPN) y doctora en Ciencias por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), refiere que en crónicas novohispanas se narra que esta conífera se concebía como un árbol de protección. "En el pensamiento prehispánico el ahuehuete era una metáfora de lo que debía ser un tlatoani (gobernador) para su pueblo", comparte.

El ahuehuete está relacionado con rituales de petición de lluvia. Montúfar cuenta que durante el trabajo de excavación de la ofrenda 102 del Templo Mayor, en el año 2000, encontraron un par de figurillas antropomorfas revestidas de papel amate con ramas de ahuehuete. Como esta ofrenda estaba dedicada al dios de la lluvia, Tláloc, se concluyó que estos personajes representaban a los tlaloques, seres místicos que en la cosmovisión nahua eran los que provocaban la lluvia.

A pesar de la conquista militar y espiritual que implicó la llegada de los españoles, los rituales de petición de lluvias continúan en la actualidad. En comunidades rurales nahuas como Temalacatzingo, Guerrero, se realiza una ceremonia de petición de lluvia donde los niños bailan con una corona de ramas de ahuehuete...

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