La vida en sabores

AutorAlonso Vera

Uno, como viajero, sabe que se encontrará con los más diversos aspectos relacionados con la cultura alimentaria: las técnicas, los ingredientes, las reglas de etiqueta y otras variables que hacen de cada destino algo particular.

Y es que, más allá de la necesidad, está el placer de hacer una pausa para deleitarse los sentidos con una experiencia que sublime la sencillez de sentarse a comer.

El comer es un viaje, un camino de vida, un vistazo al cielo, el cual debe estar repleto de chefs y cocineras, de mesas con manteles largos y tortillas, de hortalizas, jardines de especias y fuegos abiertos. Es por ello que recuento las últimas experiencias que han deleitado mi corazón.

Por la Riviera Maya

El mundo entero se vuelca en el callejón de selvas y manglares, playas y templos frente al Mar Caribe que tenemos el honor de llamar nuestro y compartir con el mundo entero.

Con la ciudad de mayor crecimiento a nivel mundial como puerta de entrada, era de esperarse que un buen día desembarcasen algunos de los más grandes exponentes de la escena culinaria internacional. El contexto es simplemente perfecto, y se ha sabido aprovechar la oportunidad.

Y es que la costa este de la península de Yucatán ha cambiado mucho, sobre todo desde el año 2000, cuando comenzó el desarrollo exponencial de sus 140 kilómetros entre Puerto Morelos y Tulum. Entonces se bautizó como Riviera Maya, y el flujo de capitales e inmigrantes aumentó.

En menos de una década, sus poblados de pescadores se transformaron en aldeas globales con bares, hoteles, spas y restaurantes. Por ello es uno de los 10 destinos más populares del mundo y la morada actual de Cupertino Ortiz y Guillermo J. Gómez, dos talentosos chefs.

Por qué conocí a Cupertino y a Guillermo sólo el destino lo sabrá. El hecho es que llegué a quererlos únicamente con conocerlos y, claro, probar su entendimiento del mundo y del amor a través de sus platillos. Éstos, me permito pronosticar con toda humildad, radicalizarán la posición y propuesta de la Riviera Maya.

Hace sólo poco menos de un mes volví del resort The Tides, en donde la marea sube y baja sin hambre ni sueño. Emulando una aldea maya, sus habitaciones se esconden entre los mismos senderos de península viva que me condujeron al interior de la selva, en donde una choza con techo de palma resguardaba un horno de tierra.

Originario de Acapulco y amante entendido de la cocina desde los 16 años, Cupertino surgió como nativo de impecable blanco, como siempre...

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