Una vida de héroe

AutorSamuel Máynez Champion

Antes que nada, es necesario aclarar que el título de esta nota no lo extrajimos de la obra homónima de Richard Strauss (Ein Heldenleben), sino que apela a la semblanza de un mexicano excepcional, de aquellos cuya biografía parece soslayar las sombras para rebosar de luces. En estos tiempos donde abundan las historias de personajes siniestros y corruptos, es necesario traer a colación a esos paisanos capaces de sobreponerse a las adversidades, que son practicantes de un credo existencial -en los linderos de la rectitud y el autosacrificio- que mucho nos beneficiaría repetir y divulgar.

Nos referimos al compositor y "trumpetis-ta" Rafael Méndez, el mismo que abordamos recientemente y que, por su emigración a la Unión Americana, escribimos con la U de su quehacer principal. Reforzamos con ello las trompetillas para el nuevo presidente yanqui por ignorar lo bueno que nuestro país le ha dado al suyo...

Hicimos ya una síntesis de su carrera, anotando que llegó a considerársele como el mejor trompetista del mundo y que su nombre aparece en una estrella dentro del Paseo de los Inmortales de Hollywood. El momento actual de la relación con EUA no podría ser más propicio para ahondar en sus avatares existenciales y, sobre todo, en su combate cotidiano para evitar la mediocridad en todas las acciones de su fructífera vida.

El pueblo donde Rafael ve la luz en marzo de 1906 es cuna también de los presidentes Anastasio Bustamante y Lázaro Cárdenas, del artistas plástico Feliciano Béjary del actor Damián Alcázar, y su sobrenombre es Ciudad de las jacarandos. Se trata de Jiquilpan, en el pródigo estado de Michoacán. No sobra apuntar que dichos topónimos provienen del náhuatl y que significan, respectivamente, "Lugar del añil" y "Lugar de pescados"(1), denotándose con esto la profundidad de sus cielos y la abundancia de sus aguas.

En cuanto al ambiente familiar del futuro héroe, basta con que digamos que ya desde sus primeros años hade luchar para que la convivencia con 14 hermanos y las estrecheces materiales no lo asfixien. Su padre era un humilde maestro de violín y mandolina que se ganaba la vida tocando con distintos grupos de música popular, aunque su mayor anhelo era el de formar uno con sus hijos. De ahí, que un destino manifiesto pone por delante a Rafael para que llene una vacante del sueño paterno, es decir, Maximino Méndez necesitaba trompetista, y su vastago, con sólo cinco años de edad, era el que seguía de la lista. Sin embargo, nadie hubiera...

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