Viajar y desviajar
Autor | Juan José Millás |
La semana pasada hice el siguiente trayecto aéreo experimental: Asturias-Madrid-Almería-Madrid-Asturias. Ninguno de los cuatro vuelos salió a tiempo. Lo curioso es que a todo el mundo le parecía normal que salieran retrasados.
Es más, cuando hay media hora de retraso, la gente considera que el avión ha salido a tiempo.
- Yo ya firmaba -me dijo un señor que viaja mucho-, media hora de retraso en todos los vuelos de mi vida pasada y futura. El año pasado desviajé más de lo que viajé.
- ¿Qué es eso de desviajar? -pregunté asombrado.
- Desviajar es salir siempre con retraso, lo sabe todo el mundo.
- ¿Y eso es como moverse en el tiempo?
- Más o menos. Hay gente que después de estar tres semanas dando vueltas por ahí en avión regresa a casa tres años más joven por eso, porque ha desviajado una barbaridad.
Cuando me dieron los trayectos Asturias-Madrid-Almería, observé que entre el avión que llegaba de Asturias y el que salía de Madrid hacia Almería había muy poco tiempo (apenas tres cuartos de hora) y se lo dije al empleado.
- ¿Usted cree que me dará tiempo a hacer el tránsito?
- Si no hubiera tiempo -respondió-, el sistema no me permitiría emitir los billetes.
- Pero con independencia de lo que diga el ordenador -respondí-, a usted y a mí el sentido común nos dice que basta un retraso de 15 minutos en el vuelo de Asturias-Madrid, que es lo normal, para que no coja el de Madrid-Almería.
El hombre me miró como diciendo que a él no le pagaban por tener sentido común, que para eso ya estaba la computadora, de modo que abandoné la lógica y cogí los billetes dócilmente.
En efecto, el vuelo de Asturias salió con retraso, pero no perdí el enlace gracias a que el de Madrid salió aún más retrasado.
Cuando estábamos llegando a Barajas, el comandante tuvo la amabilidad de decirnos las puertas de embarque por la megafonía de la aeronave.
Había más gente en mi situación y tenían que haber visto ustedes la angustia con la que recorríamos los pasillos de la terminal para no perder el enlace.
Una anciana a la que se le había caído el neceser fue pisoteada sin compasión ninguna varias veces.
- No seamos animales -dije intentando poner orden.
- Es que yo tengo una tarifa económica -gritó uno de los pisoteadores-, sin derecho a cambio ni a devolución. No tengo derecho a nada. Así que no puedo perder mi enlace.
Yo también llevaba una tarifa económica, pero logré...
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