Viajando Ligero / Historias de café

AutorJim Budd

En la Ruta del Café de Chiapas hay más que cafetales, hay junglas que habrían intimidado a Tarzán y chalets donde los visitantes pueden hospedarse como si fueran duques y duquesas.

Los europeos cruzan el Atlántico para realizar un viaje donde la aventura se mezcla con el lujo. Esto es posible a lo largo de la Ruta del Café. Yo tuve que bajar a Chiapas para averiguar cuál es el atractivo.

Dicen que la carretera de la Ruta del Café estará pavimentada, tal vez para 2009, pero primero es necesario levantar puentes. Te recomiendo no intentar hacer el viaje en tu propio automóvil, mejor llama previamente a una finca para que vayan por ti al aeropuerto.

Se supone que la caída de los precios internacionales del café orilló a los dueños de las fincas cafetaleras a volverse al turismo como otra fuente de ingresos.

Hasta hace poco, se procuraba desanimar a los visitantes, lo cual quizá es comprensible. Muchas fincas tienen dueños alemanes, y se rumoreaba que los sembradores de café eran antiguos nazis escondidos ahí, como si Chiapas fuera otro Paraguay. No es así.

Los alemanes y otros europeos fueron seducidos por Chiapas durante la dorada época del porfiriato. La mayoría de los franceses, italianos e ingleses se fueron poco después de don Porfirio, cuando la Revolución arrasó con México. En cambio, los alemanes no tenían modo de volver a casa, ni tampoco grandes motivos para regresar.

Su historia hace palidecer, en comparación, las desventuras de los pioneros en carretas cubiertas que cruzaban Estados Unidos. Al llegar desde los frígidos dominios teutónicos de pinares y cielos lluviosos, aterrizaron en lo que alguien calificó de Verde Infierno de Chiapas del siglo 19. Tuvieron que hacer frente no sólo a la propia selva, sino a las serpientes, a los insectos y a las enfermedades tropicales. La malaria, el dengue y unos parásitos desconocidos para la ciencia médica resultaron mucho más mortíferos que los guerreros sioux o cheyennes. Ahí fue donde esos inmigrantes plantaron el café.

Pero sembrar el café fue sólo el principio. Era preciso cosecharlo en el momento justo, luego la piel y la pulpa debían ser extraídas por máquinas que...

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