Martínez Verdugo: Repaso de la izquierda antiestalinista

AutorArmando Ponce

Martha Recasens, esposa de Arnoldo Martínez Verdugo, líder histórico del Partido Comunista Mexicano, ha ido construyendo pacientemente la conversación electrónica con Proceso en varias etapas. Originalmente pintor, el político sufre de un mal en los ojos que le impide revisar sus papeles no obstante haber sido un incansable recopilador de documentos. Él fue fundador del Centro del Movimiento Obrero y Socialista (Cemos), donde se guarda la historia de una lucha poco conocida, la del comunismo antiestalinista que entre 1965 y 1981 le tocó encabezar.

-¿Por qué se inscribió en las líneas del Partido Comunista Mexicano (PCM)?

-Yo llego al Partido Comunista junto con un grupo de jóvenes que nos encontrábamos estudiando en la Escuela de Pintura y Escultura La Esmeralda. Esto fue en 1946, a invitación de José Chávez Morado (nos ligamos a partir de la actividad que realizaba entonces éste). En ese momento el partido se encontraba en una situación de crisis derivada de las luchas internas, Chávez Morado mantenía una postura antisectaria y no dogmática, y tal vez al invitarnos a participar buscaba abrirle camino a las inquietudes que manifestábamos ese grupo de jóvenes que aspirábamos a continuar la tradición que había sostenido el movimiento político cultural del que él formaba parte.

"Además de estudiar en La Esmeralda, yo trabajaba en la fábrica de papel San Rafael y participaba activamente en su sindicato. Esto representó una fuente de actividad y de conocimiento en torno a las luchas obreras, así como un contacto directo con las ideas del socialismo científico.

Al ingresar al PCM se nos incorporó al organismo en el que militaban, entre otros, Chávez Morado y su esposa Olga Costa, así como Xavier Guerrero. El contacto con estos grandes artistas que se destacaron por su vinculación con las luchas populares, y con la solidaridad internacional influyó en mi formación política.

-A su llegada como secretario general se le considera una figura moderna, un hombre culto, sensible, siempre investigando, a lo que no estaba acostumbrado el partido. ¿Cómo se sitúa usted mismo y cuál fue la relación con los estalinistas cuando llegó?

-Cuando llego a la dirección del partido, yo estaba más interesado en construir un movimiento lo más cercano a como yo concebía una actividad que se preocupara por corresponder a las necesidades de la lucha de clases. Se trataba de hacer una actividad positiva que no estuviera marcada por la disputa por la dirección ni por el interés de dirigir sólo a un pequeño grupo de militantes. Lo principal para mí no era quiénes iban a estar al frente, sino crear una organización que tuviera posibilidades de desarrollarse y convertirse en un movimiento político más responsable que estuviera en concordancia con las necesidades del momento.

-¿Por qué en México había que superar el burocratismo estalinista? ¿Cómo fueron los enfrentamientos con los estalinistas y quiénes eran?

-De este esfuerzo no era yo el único protagonista, participamos un núcleo de compañeros que nos vinculamos durante el complicado proceso para renovar la dirección y trazar una línea política acorde.

Así se pudo llevar a cabo el congreso del partido que nombró en un primer momento a una dirección colectiva y posteriormente a mí como secretario general. Debo decir que este proceso se llevó a cabo de una manera institucional, respetando las reglas y evitando la denostación de la dirección depuesta.

"En ese momento el PCM se caracterizaba por mantener una línea de escasa o nula independencia en relación con el Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS), lo que le impedía actuar como una fuerza política que representara realmente los intereses nacionales de un partido revolucionario sustentado en las ideas de Marx y Engels.

"Definir la postura de la dirección removida como simplemente estalinista sería simplificar en exceso un fenómeno mucho más complejo. En ese momento para nosotros lo fundamental era transformar la orientación que había sumido al Partido Comunista en una terrible crisis. Para ello se requería paciencia, espíritu de responsabilidad, y no poner en primer plano quién iba a dirigir. Lo principal estaba en agrupar a las personas incorporadas ya de alguna manera a una lucha socialista para crear ese movimiento político al que hago referencia.

"El desarrollo de una fuerza...

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