Vapeo, polémica entre humo

AutorIsrael Sánchez

Hace unos años, a Armando Ramírez una cajetilla de 14 cigarros no le duraba más de dos días.

Las consecuencias en la salud del productor musical por fumar esos siete cigarros diarios iban desde tos y mareos constantes hasta un gran agotamiento. "Todas esas cosas ya me empezaron a afectar bastante", recuerda.

Y aunque había intentado dejar este hábito varias veces, no conseguía hacerlo con éxito. Entonces encontró la alternativa de la inhalación no combustible, comúnmente conocida como "vapeo".

"Por eso empecé a vapear: por alejarme del cigarro, por tener una forma más amable de dejar de fumar donde sí lo pudiera lograr", sostiene Ramírez, asiduo usuario de esta plataforma de productos desde finales de 2018, para quien el cambio en su estado físico fue notorio e inmediato.

"Definitivamente se te va el agotamiento que te provoca el cigarro", dice. "Esa sí es una diferencia drástica enorme con el vapeo. Sí, mi salud empezó a ser mucho mejor".

Al igual que él, muchas personas en México y el mundo conciben esta práctica -basada en dispositivos que calientan líquido saborizado y adicionado con algún grado de nicotina- como una alternativa efectiva para finalmente abandonar los cigarros de tabaco combustibles.

"Yo lo hice por unos meses hace como 6 años; se me hacía más ligero y menos apestoso que el cigarro. Sí puedo ver cómo alguien podría dejar de fumar gradualmente con un vapeador. Dejé de hacerlo porque el vapeador y el líquido que compré no me dieron confianza", comparte el diseñador gráfico y desarrollador web Rafael Báez Guillén.

"Lo compré en el centro y me costó 250 pesos, por eso no me dio confianza. En algún momento temí que las consecuencias de vapear todo el día fueran peor que mis dos cigarros diarios. Posiblemente lo haría de nuevo".

Es precisamente esta idea de que los efectos adversos de la inhalación no combustible sean mayores a los del cigarro convencional lo que por años la ha mantenido inmersa en una polémica global entre autoridades regulatorias, consumidores, fabricantes, organizaciones y las grandes tabacaleras.

México no es la excepción, pues desde febrero de 2020 quedó prohibido por decreto presidencial importar dispositivos alternativos de suministro de nicotina, así como las sustancias y mezclas que requieren. Todo esto apelando a los 2 mil 758 hospitalizados que hubo en 2019 en Estados Unidos con enfermedad pulmonar grave, y 64 defunciones, asociados al uso de estos dispositivos.

En marzo de este año, circuló en San Lázaro una iniciativa de reforma a la Ley General para el Control de Tabaco, impulsada por la morenista Carmen Medel Palma -entonces presidenta de la Comisión de Salud, hoy Presidenta Municipal electa de Minatitlán-, buscando endurecer seriamente las restricciones para la publicidad y comercialización de los productos de inhalación no combustible.

Sin embargo, la apretada agenda no permitió que la iniciativa se aprobara en comisiones y subiera al pleno.

Ahora, el recién renovado Congreso ha heredado la pendiente tarea de hacer oficial y permanente la actual prohibición, o regular, siguiendo como ejes reducir el acceso que tienen los menores de edad a estos productos, proteger a consumidores adultos y generar ganancias para el Estado.

LOS PELIGROS DE PROHIBIR

Como distintas voces han alertado, de optar por la prohibición, los legisladores estarían colocando a México y sus consumidores en una situación de potencial y considerable riesgo.

"Esta política (prohibicionista) protegerá el comercio de cigarros, aumentará el tabaquismo, desarrollará un mercado negro y provocará más enfermedades y muertes", sentencia Clive Bates, director de Counterfactual, organización de consultoría y promoción centrada en la sustentabilidad y la salud pública.

Cuestionado sobre la experiencia en otros países que se han inclinado por prohibir, el ex titular de Acción sobre Tabaquismo y Salud del Reino Unido responde a REFORMA que, hasta ahora, tal medida ha sido más bien nominal y no tanto en los hechos, con el efecto principal de disuadir de ingresar al mercado a empresas de alta calidad y que siguen la ley.

"Se desarrollará, entonces, un mercado negro no regulado en productos de vapeo, y los usuarios encontrarán soluciones como mezclar sus propios líquidos en casa e importar concentrados de alta resistencia del extranjero. Los mercados negros introducirán a los jóvenes a otros productos del mercado negro y aumentarán el contacto con las redes delictivas", alerta.

Y es que tales políticas pocas veces han evitado que los productos continúen comercializándose por internet, como actualmente ha ocurrido en el País, donde la prohibición por decreto presidencial no ha detenido la importación, por un lado, ni la venta en línea.

Marco Valdés, quien desde hace años vapea esporádicamente, cuenta que jamás ha tenido problemas en adquirir sustancias en portales como el de Grupo IKHAL, autodefinido como "cadena mexicana de centros de reducción de daños contra el tabaquismo", y que presume contar con más de mil líquidos y 450 equipos diferentes.

"El problema es que no se reconoce, por ejemplo, que mucha gente está vapeando. La prohibición de sustancias para vapear no ha hecho que la gente no vapeé", expresa el infectólogo Alejandro Macías, quien ha participado en prácticamente todos los foros organizados en el Congreso sobre la regulación de los cigarros electrónicos.

De acuerdo con la Encuesta Nacional de Consumo de Drogas, Alcohol y Tabaco de 2017, hay 1.5 millones de consumidores de vapeo en México.

"La gente está comprando todos sus equipos en internet, donde es prácticamente imposible de evitar. Y entonces ahí se están vendiendo muchas sustancias irregulares sin ninguna certificación de calidad, ninguna evidencia de que puedan no hacer ningún daño, y eso está resultando peor", agrega Macías.

A decir del experto, prohibir, como en otras circunstancias, no funcionará. Y en principio no lo hará por el sencillo hecho de que el tabaco tradicional sigue estando disponible.

"Es un tanto difícil para mí entender que una sustancia que potencialmente es más dañina, como el tabaco, exista regularmente, y que el vapeo, que no es bueno pero que hace menos daño, no exista regularmente", expresa.

"No sé por qué el Gobierno empezaría un gran reclamo regulatorio hacia los cigarrillos electrónicos mientras ignora el producto más peligroso", coincide la...

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