En el universo de la nanociencia

AutorMaría Luisa Medellín

Cuando era pequeña, Oxana le preguntó a su abuelo: "¿De qué estamos hechos?". Él respondió que de carbono, como el diamante y el grafito y, ella, curiosa, empezó a desprender la madera de sus lápices para observar aquellas barritas grises, que ahora le parecían asombrosas.

La entonces chiquilla nacida en Sumy, una ciudad al norte de Ucrania, de 500 mil habitantes, era traviesa, atenta, y entre las asignaturas escolares de física, matemáticas y química encontró un vasto campo de juegos por explorar.

Hoy, Oxana Vasilievna Kharissova es Secretaria de Vinculación e Innovación de la Facultad de Ciencias Físico Matemáticas de la UANL, donde es pionera en nanociencia, y sigue experimentando con grafito, entre muchos otros materiales.

"Con mi equipo sigo trabajando en un método para calentar el grafito pulverizado en horno de microondas, para producir nanotubos de carbono más baratos y en menos tiempo que en otros procesos, como el láser", explica Oxana con sencillez.

Añade que segundo a segundo se alcanzan temperaturas de mil 200 grados, lo que provoca la multiplicación de esas estructuras cilíndricas de una millonésima parte de centímetro, que son más resistentes que el acero y conducen la corriente con más alta eficiencia que los cables de cobre.

Se pueden utilizar para el reforzamiento de materiales. Por ejemplo, en estructuras de automóviles, diseño de biosensores y chalecos antibalas, así como para filtrar bacterias en sistemas de purificación de agua.

Por este logro, Oxana recibió en el 2004 el Premio Tecnos, otorgado por el Gobierno del Estado.

De hecho, en los últimos 16 años, la integrante del Sistema Nacional de Investigadores, en el nivel II, se ha dedicado a la síntesis de nanoestructuras de carbono, tales como fullerenos, grafene y nanodiamantes.

Romeo Selvas, su jefe y subdirector de posgrado, comparte que la carrera científica de Oxana ha mostrado su gran nivel.

"Es muy comprometida con su línea de investigación y con sus alumnos", subraya.

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Antes de escuchar su leve acento ruso, Oxana, de 48 años, podría pasar por una joven maestra regia: delgada, no muy alta y de cabello castaño; algo tímida, incluso.

Cuenta que de niña bailaba ballet y tocaba piano. Es hija única, aunque su primo Valeriy ha sido como su hermano.

Tras el escritorio de su pequeña oficina en el Centro de Investigación en Física y Matemáticas, dice que su mamá, Olha Victorovna Chubur, vive con ella, y en el pasado fue ingeniera de máquinas químicas de...

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