Trump: con la daga entre los dientes

AutorMiguel Ángel González Félix
Páginas30-31
OPINIÓN
Miguel Ángel González Félix*
Trump: con la daga
entre los dientes
¿Qué respuesta por parte de México debe suscitar la intención del
presidente estadounidense Donald Trump de declarar “terroristas”
a los grupos del crimen organizado en nuestro país? De concretar-
se la medida, ¿cuáles serían las consecuencias?
30 El Mundo del Abogado
Imaginemos por un momento
que un día nos despertamos
con la novedad de que el
semáforo de monitoreo del
volcán Popocatépetl, que en
los últimos años ha estado en
amarillo, amaneciera en rojo.
Bueno, más o menos la misma
reacción se produjo hace unos
días en un programa televisivo en
Estados Unidos cuando el presi-
dente Trump anunció que estaba
pensando seriamente en procla-
mar como “terroristas” a grupos
del crimen organizado en México.
Cabe señalar que esto se dio
sólo unos días después de la
masacre de mujeres y niños de
la familia LeBaron en el norte de
Sonora, a metros de la frontera
con Estados Unidos. Para agra-
var el problema, los miembros
fallecidos de la familia, además de
ser mexicanos, eran ciudadanos
estadounidenses.
Tan sólo semanas antes, en
una masacre en El Paso, Texas, en
la que fallecieron algunos mexica-
nos, el canciller mexicano Marce-
lo Ebrard también pidió que se
reconociera ese atentado como
un acto terrorista.
El anuncio de Trump corrió
como reguero de pólvora. Esta-
mos viendo moros con tranchete
o estamos exagerando la reacción
respecto de la percepción del
anuncio del presidente Trump.
Hay que discernir su significado.
¿Cuáles son las consecuencias?
Aunque no seré tan preciso y
riguroso en citas, como querrían
mis compañeros abogados, daré
una explicación jurídica básica
con peritas y manzanitas del sig-
nificado y el porqué de las preo-
cupaciones mexicanas, respecto
de las declaraciones del presiden-
te Trump.
Desde los atentados terroristas
del 11 de septiembre de 2001 a las
Torres Gemelas de Nueva York,
Estados Unidos puso en la cima
de sus preocupaciones de segu-
ridad nacional al “terrorismo”. La
Ley Patriota promulgada por el
presidente, sólo días después,
no puso en el radar de máxima
seguridad de los Estados Unidos
únicamente a las organizaciones
terroristas, sino que creó la Ho-
meland Security, la Secretaría de
Seguridad Interna del país.
Al hacer esto, Estados Unidos
puso el tema en el pináculo de
su seguridad nacional. Cuando
un tema llega a ser de seguridad
nacional, política y jurídicamen-
te quiere decir que está sujeto
a medidas extremas y no a las
garantías y las salvaguardas de
otros tipos de seguridad, como la
seguridad pública.
Con base en lo anterior, Esta-
dos Unidos amalgamó una fuerza
de todas sus dependencias de in-
teligencia, civiles y militares, y dio
mandato a sus fuerzas militares y
navales en el mundo para atacar
los objetivos terroristas definidos
por su gobierno en el mundo.
Como un botón de muestra,
tan sólo la determinación como
grupo terrorista de Al Qaeda y
de su líder de ingrato recuerdo,
Osama Bin Laden, muerto por
fuerzas militares de élite esta-
dounidenses en Pakistán y cuyos
restos mortales terminaron en el
fondo del mar, acción por demás

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