Terreno de juego

¿Alguien puede pensar en los niños?El sábado todo acabó con un muchacho llorando, porque ningún adulto supo decirle que noÁlvaro López SordoEL UNIVERSALEn esta vida, todo tiene su lugar y su tiempo. El excusado no va en la sala, aunque ahí cumpliría exactamente con la misma función. Pero imagínese que llega a una casa y ve al trono de porcelana en lugar de la mesa de centro... Saldría corriendo para evitar el mal rato, por si a alguien le dan ganas de aligerar al cuerpo. Ahora, suponga que su hijo de 12 años de edad siempre saca 10 en matemáticas... Eso no significa que le va a encargar la contabilidad de su empresa. No es su tiempo, es un niño y aún no está preparado para tal responsabilidad.Antes de entrar en materia (los más vivarachos ya saben para dónde voy), créanme que yo entiendo los ímpetus de la juventud. A cierta edad, ya sea por vehemencia, por la irresponsabilidad intrínseca de ese periodo etario o simplemente porque se necesita demostrar de qué estás hecho, uno le entra a todo.En esas situaciones, los más experimentados deben entrar al quite para proteger al imberbe. Eso debió de suceder el sábado en Torreón cuando Marcelo Flores tomó la pelota para patear el penalti. Es totalmente plausible lo del chavo, una gran muestra de personalidad y deseos de corresponder a las expectativas (excesivas, para mi gusto) que se han depositado en él.Que los futbolistas de mayor recorrido, y el cuerpo técnico, se hayan quedado como pasmarotes es, como mínimo, fatal. No es posible...

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