Las tensiones culturales en el Porfiriato (Primera de dos partes)

AutorJorge Sánchez Cordero

La política cultural del Porfiriato pudo estructurarse con base en un proyecto de Estado que tuvo el suficiente poder para imponerse en sus inicios a otras fuerzas políticas. La transición social que se inició con la Independencia cerraba un ciclo, uno más, que tuvo resonancias significativas en el ámbito de la cultura.

El mito precolombino

Los fundadores del Estado nacional advirtieron desde el principio la importancia de la enseñanza de la historia a los habitantes del país; concepción proveniente de las ideas de la Revolución Francesa, las cuales fueron conocidas por el dominico Servando Teresa de Mier (1765-1827) como consecuencia de la relación que estableció en Francia con el abate Grégoire, uno de los ideólogos culturales franceses. Pero, más que la enseñanza de la historia por su valor educativo, lo que importaba era su empleo para arraigar los sentimientos de solidaridad y lealtad hacia un sistema político determinado.

Así, los independentistas mexicanos partieron del postulado de que dicha enseñanza alimentaría el patriotismo. Esta tesis daría lugar a una de las grandes polémicas entre los liberales y conservadores en el siglo XIX, etapa durante la cual la Iglesia católica se arrogó la función formativa del nacionalismo.

En este entorno se creó el mito precolombino, específicamente sobre la grandeza del pueblo azteca. El pasado prehispá-nico adquirió así una importancia cardinal en la medida en que contribuía a la construcción de la historia mexicana.

Los bienes precolombinos se constituyeron entonces en un excelente vehículo para la consecución de ese propósito, pues eran la mejor expresión de un pasado glorioso y podían ser enar-bolados como representativos de la auténtica alma nacional. Su importancia respondía más al interés político de integrar a la sociedad a un Estado nacional que a su valorización real. En esa forma, se impuso una cultura única y excluyente que creó un arquetipo de mexicano abstracto e ignoró la diversidad cultural prevaleciente.

Los primeros escarceos de la sacralización del pasado precolombino quedan evidenciados, entre otros proyectos, con la creación de la Academia de la Lengua en 1835, uno de cuyos objetivos era elaborar un diccionario de términos hispano-mexi-canos que debían distinguirse de los vocablos del "castellano corrompido", así como crear gramáticas y diccionarios de las diferentes lenguas existentes en la República.

La fundación de la Academia Nacional de la Historia, también en 1835, no fue cosa menor, toda vez que su misión consistía en depurar la historia de México eliminando "los errores y las fábulas" que contenía. Por conducto de esa institución se pretendía explicar la historia de los 300 años de dominación española, ya que los hechos históricos consignados anteriormente se limitaban a una simple nomenclatura de reyes y prelados que habían gobernado el país en los ámbitos temporal y espiritual.

Estas instituciones culturales tenían como principal propósito cimentar los nuevos valores de la sociedad, pero sus esfuerzos acabaron...

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