El T-MEC. Un réquiem por la cultura mexicana (Primera de dos partes)

AutorJorge Sánchez Cordero

Introitus

El 1 de julio de 2020, fecha de entrada en vigor del T-MEC, es un fasto que pervivirá en la memoria colectiva mexicana. Los augurios fueron favorables y los ritos constitucionales consumaron el proceso de ratificación de este tratado.

Ahora es momento de conjugar el pretérito en tiempo presente. El veredicto resulta contundente: el T-MEC es sin duda un laurel para los Estados Unidos.

La denominación inicial del tratado es altamente reveladora: se privilegiaron las siglas en inglés y la abreviatura de los Estados Unidos (USMC). De esa manera, su filiación resulta incontrovertible, y su paternidad, incuestionable. Ante ello, el Estado mexicano tardó en recapitular y terminó por designarlo con el acrónimo T-MEC (Tratado México-Estados Unidos-Canadá).

Una constante distinguió las negociaciones: el hecho de que el idioma de origen del tratado fue siempre el inglés. Peor aún, el anterior jefe del Estado mexicano lo suscribió en esa lengua, no obstante que durante su sexenio quedó evidenciada la precariedad de sus conocimientos lingüísticos; con todo, privilegió un idioma distinto al de su país, y no fue sino tiempo después que, con parsimonia, el texto del tratado fue traducido al español.

En México, los análisis preliminares hubo que hacerlos recurriendo al portal de internet, siempre disponible, de la oficina del representante comercial de los Estados Unidos (Office of the United States Trade Representative en la terminología estadunidense).

El T-MEC fue negociado con una inhabitual premura debido fundamentalmente, por el lado mexicano, a la inminencia de la terminación del plazo constitucional de la administración federal, aun cuando, en el epílogo de cualquier negociación comercial, es una regla de oro que el apremio abona en beneficio de la contraparte, que observa en ello un elemento de vulnerabilidad. A lo anterior se añade la complejidad misma del T-MEC y el hecho de que los tiempos internacionales y domésticos requieren de un debate y de un proceso de maduración para poder ser comprendidos de manera cabal, y con mayor razón tratándose de instrumentos de esta naturaleza.

Finalmente, en la apertura de la decimotercera reunión de la Cumbre del G20, efectuada el 30 de noviembre de 2018 y ya en los estertores de la administración federal mexicana, elT-MEC fue suscrito en Buenos Aires.

Las parafernalias constitucionales se sucedieron; la actual Legislatura del Senado aprobó al unísono el tratado en junio de 2019 (Diario Oficial de la Federación del 29 de julio del 2019). Aun así, en forma inesperada, Washington reabrió la discusión que derivó en la suscripción de un protocolo modificatorio y dos acuerdos paralelos en...

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