El sufragio de las mujeres. ¿Igualdad política por decreto o por convicción

AutorManuel González Oropeza
CargoDoctor en Derecho por la Universidad Nacional Autónoma de México
Páginas15-57

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El periódico Excélsior, en una nota periodística del lunes 7 de abril de 1952, se consigna la siguiente información:

Votará la Mujer si Gana Ruiz Cortines.

Ante 20,000 mujeres, el candidato prometió trabajar por esa Reforma

Por Alfredo de la Torre, redactor de Excélsior

Ante unas veinte mil mujeres, venidas de todas las regiones del país, que lo aclamaban constantemente, el candidato presidencial Adolfo Ruiz Cortines ofreció que, de llegar al poder, iniciará ante las Cámaras las reformas legales para que la mujer disfrute de los mismos derechos políticos que el hombre.

Aunque en declaraciones anteriores el candidato había insinuado ya esta posibilidad, esta es la primera vez que hace una promesa categórica en ese sentido.1En efecto, es así como quedó registrada esta noticia: "Votará la mujer si gana Ruiz Cortines": condicionado a que sólo si gana este candidato, entonces la mujer podrá votar. Este tipo de encabezados y declaraciones, que ahora de inmediato nos llama la atención, en aquél entonces era lo común, lo esperado y para nada rebatida la afirmación, si bien el referido candidato Ruiz Cortines, en determinado momento de su mensaje de 404 palabras, reconoció en la mujer mexicana un "ejemplo de abnegación y de trabajo, cuya intervención en las actividades fundamentales hemos estimado siempre benéfica para la prosperidad de la patria",2y cerró con la siguiente afirmación, "Mujeres de México, concluyó, reciban en este acto el homenaje más rendido a sus virtudes y la expresión de nuestro firme

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convencimiento de que para la prosperidad de la patria, es menester la participación de la mujer en la vida nacional."3Dieciocho meses después, una vez obtenida la presidencia por Ruiz Cortines y cumplida su promesa, discutida su iniciativa presidencial y aprobada por el Congreso de la Unión, una caricatura de Freyre4aparecida en el periódico Excélsior en octubre de 1953 titulada Concediendo el voto,5 ilustra la difícil lucha emprendida por las mujeres y algunos hombres para que éstas obtuvieran igualdad de derechos políticos, pues aún no se tomaba en serio este trascendental paso, pues puede observarse a una atractiva mujer con atuendo de sirvienta, tratando de embellecer a una diputada vestida de traje, con corbata de moño, fumando un cigarro y con caracteres masculinos, y por último le ofrece unos aretes, bajo estas imágenes aparece la siguiente leyenda: "Ahora sólo le falta un toque femenino". No menos lamentable en este mismo sentido es otra caricatura del mismo Freyre, titulada Voto y botana,6en la cual un diputado aparece acompañado de una guapa mujer ricamente atraviada en un restaurante, hasta donde llega la esposa de aquél, quien furibunda azota la mesa y éste le dice: "Te aseguro mujer, que se trata de una compañera diputada." Es contradictorio que ante imágenes como ésta, la cual es muy probable que retratara la percepción generalizada de este tema, haya habido palabras tan ciertas y contundentes como las del periodista Rogelio Cárdenas, quien en la primera página del diario Excélsior del 7 de octubre de 1953 anotó:

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Último debate en la Cámara de Diputados.

La mujer mexicana alcanzó ayer la plenitud de sus derechos ciudadanos, que rompen los lazos de la discriminación política que la ataban, al aprobar la Cámara de Diputados, la declaratoria de reformas a los artículos 34 y 115 de la Constitución General de la República.7Es por esta contradicción en la información que en ocasiones he reflexionado sobre este tema, y me pregunto ¿el sufragio de las mujeres para alcanzar la igualdad política en México fue por decreto o por convicción?, ¿cuáles fueron las acciones que llevaron a nuestro país a adoptar tal medida hasta mediados del siglo XX cuando ya en otros países se gozaba de esta equidad?, ¿por qué tardamos tanto en dar ese paso y reconocer la igualdad entre hombres y mujeres? Trataremos de dar respuesta a estos y otros cuestionamientos, y para ello es necesario acudir a la historia para hallar los primeros pasos en este tema.

A lo que quiero llegar es a precisar que la importancia de la mujer en la sociedad actual no ha sido reconocida de la manera debida, y apenas se empiezan a dar pasos firmes en esta cuestión. Debemos estar convencidos de que es un compromiso de todas las instituciones hacer presente esa igualdad de derechos, una igualdad en todos los aspectos, es así que tenemos a un hombre o a una mujer, y cada uno de ellos representa un voto. Pareciera obvio, pareciera natural, pero realmente no es así, y la mujer ha emprendido una campaña sigilosa, pero permanente y constante para lograrlo, y ya ha obtenido resultados positivos.

Las primeras feministas que solicitaron el voto

Es más que necesario y de elemental justicia reconocer la labor de las ilustres mujeres que han luchado por un México libre, justo e igualitario; una de ellas es la gran Leona Vicario, cuyo nombre completo fue María de la Soledad Leona Camila Vicario Fernández de San Salvador, una

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valerosa mujer que solía decir "Me llamo Leona y quiero vivir libre como una fiera." Por cierto, ella fue la compañera y esposa de Andrés Quintana Roo, pero no nada más fue su consorte, sino que ella misma fue una heroína en la lucha de la libertad de nuestro país, con su propio peculio apoyo la causa independentista, sufrió la persecución del virrey como insurgente que era, y si esto no fue suficiente, su talento para la prensa puede observarse en las páginas que escribió en El ilustrador americano.

Muchos, muchos años después, en 1887 se comenzó a publicar la revista Violetas del Anáhuac, dirigida por Laureana Wright sw Kleinhans, en donde por primera vez se demandó el sufragio femenino a través de sus páginas, de una forma inteligente. En sus páginas, a través de varios números publicados entre 1887 y 1889, fue compilando las capacidades de las mujeres en la sociedad mexicana, para demostrarle a los hombres que las mujeres tenían las mismas capacidades que los hombres, y es más, hoy podemos decir que son más competitivas que los hombres, porque ellas tienen que demostrar, tienen la carga de la prueba, de que son capaces. Es decir, a los hombres no se les exige demostrar sus capacidades, pues se da por sentado que toda persona, entiéndase hombre, es capaz. En un artículo del 15 de febrero de 1888 firmado por "Paz", una suscriptora residente en Nueva Orleáns, se da cuenta con estas palabras:

Sumida en el silencio, mi voz no se levantaba ha largo tiempo; mas, he aquí que una mano amiga hace llegar hoy hasta mí el nuevo, indo y bien redactado periódico que con el poético nombre de Las Violetas del Anáhuac encierra cual precioso joyero las firmas de tantas y tantas señoras y señoritas mexicanas. Oh¡ exclamé arrebatada de entusiasmo al leer y releer las preciosas composiciones y delicadas concepciones en que abunda, indudablemente la mujer mexicana es grande por excelencia.

Felices los pueblos que poseen un conjunto tan escogido de inteligencias, de instrucción y de talento! Sí, porque son ellas las que ilustran y enseñan

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á la juventud. Son ellas las que llevan en sí la simiente de la instrucción, para que, regándola á su paso, se arraigue y produzca los frutos del saber.8En el caso de nuestro país, es sintomático que de la lectura de esta revista, Violetas del Anáhuac, de fines del siglo XIX, la mujer mexicana tuviera que estar demostrando que era igual al hombre. Mutatis mutandi, como en un momento dado en el siglo XVI se dijo respecto del indígena: que el indígena tenía las mismas capacidades que el español, el mestizo, el europeo.9

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Pero no sólo en [tema de la educación en Yucatán, como ejemplo de labor femenina].

Así empieza la lucha de las mujeres, y es en realidad inconcebible que haya habido tanta discriminación en nuestro país respecto de alguien que es la génesis de toda nuestra sociedad. Ya en la Revolución encontramos a las mujeres no solamente como "Adelitas", sino como personas que luchaban a la par de los revolucionarios. Hay que reconocer en ese aspecto el papel que jugó un Club Femenil Antirreeleccionista "Hijas de Cuauhtémoc", quienes apoyaron la causa antirreeleccionista de Francisco
I. Madero y que sufrieron las mismas persecuciones del régimen de Porfirio Díaz, como las que padecieron Madero y sus seguidores.10Aquí merece especial mención Dolores Jiménez y Muro, fundadora del Club Femenil Antirreeleccionista, que sufrió represión en las manifestaciones y que también permaneció algún tiempo en la cárcel, como cualquier otro

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revolucionario.11En un manifiesto de junio de 1911 esta agrupación feminista anuncia.

Este Club, fué uno de los muchos que fueron a recibir al Sr. Madero, y le ofreció los laureles de la gratitud en nombre de nuestros padres, de nuestros hijos, de nuestros esposos y de nuestros hermanos, porque la mujer todo lo hace por el hombre y para el hombre. Hasta aquí nuestra misión nos parecía cumplida, ¡vamos a disolvernos para dedicarnos a nuestras atenciones en el hogar doméstico pero, ha venido a nuestra consideración el que, en el pueblo hay más del sesenta por ciento de analfabetas que necesitan de instrucción cívica para entrar conscientes en el ejercicio de sus derechos como ciudadanos; sin instrucción sana, la democracia podría peligrar y todos los derechos conquistados podrían volver a ser defraudados: Así es que, nuestra misión no está concluida: la mujer siempre será madre, esposa y compañera del hombre; debemos seguirle, debemos de ayudarle hasta tener la satisfacción de verle grande y feliz, por que su felicidad es la nuestra, por que si destino está unido al nuestro. En tal virtud, las "Hijas de Cuauhtemoc" invitan á todas las señoritas y señoras de la nación toda á ingresar á

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nuestro club, con el objeto de prestar nuestra ayuda en la labor electora que se aproxima.

México, Junio de 1911
La Secretaria, Rúbrica...

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