Suben inseguridad y violencia con Yunes

Esteban Rodríguez

EL UNIVERSALXALAPA, Ver., febrero 20 (EL UNIVERSAL).- A las tres de la tarde del 20 de noviembre de 2017, cerca de 200 hombres armados y encapuchados llegaron en unas 20 camionetas a Hidalgotitlán, un municipio veracruzano de vocación agropecuaria, afamado por sus ceibas y por sus aves melodiosas, ubicado en la ribera del río Coatzacoalcos, a 27 kilómetros de la ciudad petrolera de Minatitlán.

Algunos de los pistoleros cercaron con sus automotores los accesos al municipio y el resto se apostó en las calles céntricas de la cabecera, según las crónicas de prensa.

Bajaron de los vehículos, ordenaron a los pobladores cerrar todos los comercios, les quitaron sus teléfonos móviles e instruyeron que nadie grabara ni tomara fotografías, bajo advertencia de muerte. Algunos vecinos corrieron a esconderse a la parroquia. La mayoría, al refugio incierto de sus casas.

Mientras los demás sicarios vigilaban, unos 30 enfilaron resueltos y empuñando sus armas a la calle José Azueta, hacia el domicilio del alcalde electo, Santana Cruz Bahena, un hombre alto y grueso de 48 años, ranchero, esposo de Yuridia Hipólito, y padre de Cleotilde, Sara, Jonás y Marisol.

Cruz Bahena fue alcalde de Hidalgotitlán de 2011 a 2013, por el Partido Revolucionario Institucional (PRI). Al término de su periodo, promovió la postulación de su hija Cleotilde, quien dirigía el DIF municipal, pero perdió la elección.

En 2017, Santana buscó de nuevo la candidatura priísta a la alcaldía. Le dieron la espalda. Consiguió la nominación por el Partido Nueva Alianza (NA) y ganó.

Según versiones de la prensa local, repartió combustible robado durante su campaña. Otras, lo vinculan con un decomiso de carburantes efectuado en marzo en la comunidad de Cahuapan.

El 20 de noviembre, para celebrar el aniversario de la Revolución Mexicana, Cruz Bahena organizó una cabalgata al rancho Santanita, de su propiedad, y antes de la partida ofreció en su casa de la cabecera municipal una comida para familiares y participantes, algunos de los cuales departían con el político cuando llegaron los encapuchados.

Según distintos testimonios publicados, los sicarios gritaron a Cruz Bahena que saliera, pero él se mantuvo en su casa, ubicada al centro de un amplio predio totalmente bardeado.

Los sujetos le advirtieron a voces que si no salía, entrarían para asesinar a toda su familia. Balearon el portón, que no cedía, así que lo embistieron con una de las camionetas y al fin se abrió, al tiempo...

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