Sociedad, comunicación e ideología: sistemas sociales y la idea de una teoría crítica

AutorRicardo Alejandro Leal Aradillas
CargoInstituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (ITESO)
Páginas157-176

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1. Introducción

En este ensayo se pretende hacer un replanteamiento del problema de la ideología desde la concepción de la comunicación de Luhmann. Tomamos como punto de partida e

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hilo conductor el concepto de comunicación en relación con el lenguaje y la sociedad, poniendo énfasis en el carácter autológico de la comunicación en general y su relación e implicaciones con el concepto de sociedad y de racionalidad. La hipótesis de este trabajo consiste en mostrar que toda teoría crítica supone un punto de vista externo a la sociedad desde el cual sea posible hacer una crítica de la ideología, sin embargo como argentaremos dicho punto de vista externo es un supuesto no del todo justificado y por lo tanto insuficiente para fundamentar una teoría crítica. La posibilidad de una teoría crítica sin ideas regulativas externas a la sociedad y a la razón se vuelve un problema cuya posible solución exploramos desde la perspectiva de la teoría de sistemas de Luhmann.

2. Consideraciones previas y justificación del punto de partida

En esta sección buscamos explicitar los supuestos de este trabajo y establecer la manera en que entendemos la relación entre el lenguaje y la realidad para distanciarnos de una concepción sustancialista del lenguaje, que considera que los signos y conceptos se construyen en referencia a una realidad empírica, y que a cada cosa real le corresponde en principio algún concepto, bajo el supuesto de que existe una armonía preestablecida entre el mundo y el lenguaje. Es decir se asume que el mundo está hecho para ser conocido. Es a partir de la manera en que entendemos la relación entre lenguaje y realidad que abordaremos el aspecto autológico y epistemológico del lenguaje y la ideología.

2. 1 Consideraciones previas (lenguaje y realidad)

La relación entre lenguaje y realidad puede ser entendida de manera sustancialista o constructivista. La versión sustancialista es aquella que supone que los conceptos están referidos de suyo a la realidad empírica, es decir que hay una adecuación entre lenguaje y realidad. Por un lado se postula un continuum de realidad al que se le asocia en cada punto del mismo un signo. Queda así expresada la adecuación y pertenencia entre el ser y el pensar que constituye el punto de partida griego a partir de Parménides.3

Postular que existe una adecuación entre ser y pensar, que hay una armonía preestablecida entre mundo y lenguaje (Leibniz) supone que la realidad puede ser expresada en su totalidad por medio del lenguaje. Esto puede muy bien ser cierto, sin embargo no tenemos manera de ‘medir’ dicha adecuación ni de saber en general si esta adecuación se da, es decir que el punto de vista, el lugar desde el cual sería posible observar la adecuación o no adecuación del lenguaje a la realidad, el cual había sido supuesto u obviado en la modernidad, se pone en cuestión. Si se acepta que la realidad está siempre

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lingüísticamente mediada, incluso en el trato cotidiano con las cosas, haciendo uso de ellas, nos encontramos con que todo intento de comparación que busque examinar la relación entre un concepto y la realidad no podrá ser observado sino a través de otro concepto. Toda comparación se da entre conceptos y lo que nunca acontece es que se puedan medir los conceptos con la realidad sin más, ya que no hay un punto de observación fuera del lenguaje para comparar realidad con lenguaje. Lo que hay es comparación de una teoría referida al mundo con otra teoría y no comparación de una teoría con una realidad. Incluso si la adecuación entre lenguaje y realidad se pudiera observar, ésta sólo podría ser expresada lingüísticamente.“Los límites de mi lenguaje significan los límites de mi mundo”4o para parafrasear al mismo autor, el ojo que todo lo ve no puede verse a sí mismo5. Es decir, el lenguaje no puede representar su propio representar de la realidad.

Por otro lado la versión constructivista supone que los conceptos se construyen de cabo a rabo, es decir, que la propia referencia a la realidad es algo que se construye. En este trabajo suponemos una concepción constructivista del lenguaje y del conocimiento en general.

Desde este punto de vista los objetos no están a la espera de una mirada que los descubra sino que son construidos. Otra manera de expresar esto es señalando que el mundo no contiene información acerca de qué categorías, distinciones y conceptos debemos utilizar para observarlo. Si bien el mundo no dirige de manera positiva la observación sí cumple la función de determinar negativamente conceptos y distinciones deficientes. Es decir, si el mundo no determina que conceptos deben usarse sí determina cuales no sirven para tal propósito. Debido a esto no se puede decir que de una posición constructivista se siga el relativismo en donde ‘todo vale’. Una teoría del conocimiento se enfoca entonces no en el qué se observa sino en cómo se observa.6

Los datos externos son, al menos en principio, siempre los mismos sin embargo la estructura e interrelaciones entre las distinciones y conceptos es lo que constituye aquello que puede ser verdadero o falso y por lo tanto aquello que funciona como contenido vinculante o no, en la medida en que se le acepta. (decir que el mundo o la realidad extralingüística es verdadero o falso es un contrasentido, el mundo simplemente es). Tomemos por ejemplo la interpretación que Heinz von Foester hace del ‘principio de codificación indiferenciada’ de acuerdo al cual “La respuesta de una célula nerviosa no codifica la naturaleza física del estímulo. Sólo se codifica la cantidad, o intensidad en un

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punto dado en mi cuerpo pero ningún “qué””.7En principio las células nerviosas no distinguen cualitativamente los estímulos, esto es, todo estímulo sea auditivo o visual se presenta de la misma manera al sistema nervioso y las diferencias cualitativas son producidas internamente en base una codificación e interpretación que estructura de manera diferenciada estímulos no diferenciados. Así las percepciones son resultado de distinciones del sistema que observa. La manera en que los datos se estructuran es lo que se vuelve relevante en términos de cualificar la información.

En lo que hasta aquí hemos dicho pusimos en cuestión la idea de que la adecuación entre ser y pensar, es decir, la idea de que a cada punto del continuum de realidad le corresponde un signo o aún que el lenguaje se corresponde con la totalidad de la realidad. A esta idea opusimos que la realidad es más compleja que lo lingüístico y por lo tanto la operación que conceptualiza la realidad debe por definición reducir dicha complejidad. Consideremos que un concepto agrupa individuos. Cuando nosotros vamos a una mueblería vemos muebles de una gran diversidad de formas, colores, funciones y precios. A toda esta diversidad le oponemos el concepto o categoría de ‘mueble’. La complejidad y diversidad de cosas la expresamos en la unidad de un concepto o idea. De hecho podemos decir que ahí donde no se reduce complejidad no hay conocimiento. Consideremos el mapa que Borges imagina representando con fidelidad cada detalle de un reino a tal grado de que el mapa es tan grande y rico en detalles como el reino al que se refiere.8Lo que aquí sucede es que ese mapa deja de ser mapa, es decir que ya no puede cumplir las funciones cognoscitivas de todo mapa precisamente porque entre realidad y mapa deja de haber diferencias y por lo tanto uno y otro se identifican regresando entonces a la situación inicial en que lo que hay es un reino del cual se debe hacer un mapa.

Ahora bien, dado que el mundo, no contiene información respecto de qué distinciones y conceptos debemos usar para describirlo y dado que hay conceptos como posibilidad, necesidad, y contingencia, de los que ni siquiera tiene sentido encontrarles contraparte “física”, tenemos que la construcción de las distinciones y conceptos y su correcta comprensión debe orientarse lingüísticamente.

Lo anterior tiene como consecuencia que la distinción rectora deja de plantearse en términos de la oposición lenguaje/realidad para expresarse desde la distinción signo/significado con la consecuencia de que el lugar epistemológico que ocupaban las cosas y las sustancias cede su lugar a los problemas y las funciones. Este giro es lo que en general se entiende como “crisis de las sustancias” y que queda asociado a una lista

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de nombres como Peirce, Nietzsche, Husserl, Heidegger, Wittgenstein y Zubiri. Recordemos brevemente que Wittgenstein define el significado como el uso que se hace de las palabras9abandonando así la analogía del lenguaje como imagen del Tractatus propia de las concepciones sustancialistas.

2. 2 La distinción significante/significado

En este apartado queremos mostrar la estructura de la distinción significante/significado propia del lenguaje y el conocimiento y su relación con lo “real”.

En lo que sigue seguiremos la exposición que Marzoa10hace del tema enfocándonos en la estructura resultante y no en los detalles de la teoría.

En primer lugar notemos que dada una relación entre un signo y un significado, si el signo cambia el significado también lo hace y viceversa. Esto significa que hay una relación binaria definida para el par (signo, significado) en un conjunto que en este caso es una lengua.

Decimos que una relación binaria está definida para miembros de un conjunto si dado un par ordenado de elementos del conjunto está unívocamente determinado que dicho par ordenado cumpla o no cumpla la relación...

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