Silvia: tres veces abusada

AutorMariel Ibarra
Páginas179-190
179
A MÍ NO ME VA A PASAR
V
Silvia: tres veces abusada
Por Mariel Ibarra
El miedo se apoderaba de Silvia.
Intentaba mantener los ojos abiertos, pero era imposible.
Como siempre, estaba molida como si le metieran la espalda, pier-
nas, brazos y cuello bajo la piedra del metate.
Cada día, el sueño la vencía pensando en que cuando
abriera los ojos, nuevamente, la imagen cercana sería la cara lu-
juriosa de Leobardo arriba de ella mordiéndole los senos o que,
de un momento a otro, la puerta de la entrada sería derribada de
una patada y que la Policía la sacaría a la fuerza para llevarla a
la cárcel.
Tenía prohibido salir de la casa de Beatriz y si lo hacía debía
ser en la madrugada y acompañada. Varios fueron los meses en que
la única salida de Silvia a la calle era a las dos de la mañana en que
Beatriz la llevaba, junto con sus hijos, a comer tacos a un puesto
callejero.
Silvia tenía 16 años. Era morena, de baja estatura y con unos
kilos de más que escondía entre mallones y blusones de colores.
Sus manos agrietadas y resecas delataban el poco descanso que te-
nían. No era para menos, pues Silvia se encargaba de todos los
quehaceres en la casa de Beatriz desde que el sol salía hasta horas
después del ocaso.
Lavaba trastes, planchaba ropa y fregaba baños, pisos y ven-
tanas. Atendía a los hijos de Beatriz, cocinaba, volvía a lavar trastes,
recogía la ropa esparcida por la casa… Su vida estaba confinada a
cualquier verbo relacionado con el aseo doméstico.
Se sentía libre. Para ella, la rutina diaria era un pago mínimo
por la protección que le otorgaba Beatriz, una abogada de Chimal-
huacán, quien la escondía en su casa para que la Policía no se la
llevara hasta un calabozo.

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR