"Siempre escucho que nunca hago nada bien"

TEMOAYA, EDOMEX.- Seis de la tarde en el gimnasio del Centro Ceremonial Otomí. Julio César Chávez Jr. bate los puños al aire. Un costal que pende del techo bailotea. El júnior lo empuja con las manos enguantadas. Es un rival oscilante sin brazos ni piernas que lo reta a agacharse. Julio lo esquiva. Mueve la cintura. Lo muele a golpes.

Ignacio Beristáin vigila los movimientos. Le acomoda los hombros. Le corrige la postura. Repetir hasta perfeccionar. Es cuestión de biomecánica. El ángulo de los codos debe ser exacto. La trayectoria del golpe, impecable. Es la escuelita de boxeo a la que se debe asistir antes de pasar al combate. Aprender desplazamientos defensivos y ofensivos. Después ponerlos en práctica con los sponings.

Tyson, el manoplero, es una mole de 1.80 metros de estatura con un par de columnas de acero por brazos. Resiste las ráfagas del júnior. Izquierda, izquierda, derecha. (Beristáin interrumpe para corregir la posición de los pies). Izquierda, derecha, izquierda, golpe cruzado ("El golpe no salió desde el hombro", le explica). Izquierda, izquierda, derecha, izquierda cruzada ("Acomoda la cadera"). Derecha, izquierda, izquierda en upper. Izquierda, derecha en upper. Izquierda, derecha, gancho arriba. Izquierda, derecha, gancho abajo...

Hace 14 años -y 53 peleas- Chávez Jr. se convirtió en boxeador profesional. En su récord sólo hay dos derrotas. La más doloro-sa fue contra el argentino Sergio Maravilla Martínez. Lección aprendida: no eres tan bueno como creías, aprende a boxear. El jueves 6 se medirá a Saúl Canelo Álvarez. Su orgullo está en juego.

Beristáin es su maestro. El único mána-ger mexicano inducido al Salón Internacional de la Fama. El que descifró al matamexi-canos Manny Pacquiao. Historia conocida: el ñlipino terminó noqueado con un derechazo brutal de Juan Manuel Márquez. La mancuerna júnior-Beristáin comienza desde la nada. Julio César Chávez hijo en busca del tiempo perdido.

"Yo le digo a Julito que es como un diamante en bruto, más bruto que diamante", ríe Beristáin. El entrenador está engolosinado con el muchacho. Enfrentar a El Canelo es uno de los retos más difíciles de su carrera de 56 años como mánager. Dudaba del compromiso del júnior. Sus antecedentes de indisciplinado lo condenan. Por eso eligió el Centro Ceremonial Otomí, en la altura, a 3 mil 200 metros, donde no llega nadie.

"Lo voy a hacer brillar. Es un diamante al que hay que tallar y tallar hasta que brilie. Es un peleador fuerte que aguanta los golpes y es valiente. Pero eso en el boxeo moderno no es suficiente. Ha faltado que le trabajen la técnica. El cuerpo humano es una maquinaria fina a la que hay que darle mantenimiento", explica.

En dos meses con Beristán, Chávez Jr. ya aprendió a tirar uppercuts y combinaciones de golpes que nunca había practicado. Ya sabe quitarse los golpes cabeceando y mover la cintura. Descubrió que tiraba golpes por inercia. Ni idea tenía que si el codo está...

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