Servidor público ¿Servidor del bien común?

AutorLuis Antonio Hernández Sandoval
Páginas98-100
UN AÑO DE REFLEXIÓN EN TORNO
A LOS DERECHOS HUMANOS
98
¿Estamos forjados en el servicio?
Esta es una pregunta general que
no se enfoca a un solo aspecto de
la vida en sociedad. Se ref‌i ere a
nuestra vida sin hacerla teoría, sin
comenzar a hacer cálculos sobre
ella. La grandeza del servicio sólo
es proporcional al grado de la ne-
cesidad que satisface.
Si una persona en su s
er, alimenta
desde temprana edad la necesi-
dad de ayuda y servicio hacia los
demás, dígase sus padres, herma-
nos, hijos, amigos, compañeros,
ciudadanos, la convicción adqui-
rida difícilmente cederá ante las
decepciones, las injusticias y las
conveniencias. Muchos hemos
aprendido a servir en condiciones
adversas, es decir, por obligación,
si bien, logrados los primeros fru-
tos de una frágil perseverancia, se
pierde el piso y sólo queremos que
nos sirvan. Nos olvidamos de esa
vida en la que transitamos sin vo-
cación y sin voluntad.
Mucho de eso pasa en un servidor
público. El servicio público es una
creación social que emergió con
el Estado, es decir, que nació junto
con las sociedades organizadas. Del
ancestro de un servidor público al
actual, coincide un aceptable desa-
rrollo social, la elección de alguna
destreza sobresaliente, una forma-
ción que ahora llamamos profesio-
nal y la necesidad de un sistema de
méritos, con exámenes y oposicio-
nes. La gran diferencia es que en un
inicio, el servidor público de anta-
ño no tenía en mente benef‌i ciarse
arteramente del servicio que pres-
taba, ni constituir sistemas como al
que ahora llamamos burocracia.
El Estado creció sin control y así
también su poder, centro de interés
que bien pronto se olvidó de pro-
mover la dignif‌i cación del servicio
público o de elevar la ética de la
función pública. El servidor públi-
co se convirtió en un ser abstracto
y autómata que, como diría Kant,
debía aceptar dócilmente su papel
de pieza en un engranaje burocrá-
tico estatal global, cuyas f‌i nalidades
y principios de funcionamiento no
le es lícito cuestionar. Pero si nos
cuestionamos ¿y la persona? En
cuanto a tal puede ejercer la críti-
ca racional sin restricciones, inclu-
yendo los asuntos relacionados con
su cargo, pero, ¿es posible trazar
una línea divisoria perfecta entre
los momentos y contextos en los
que un ser humano actúa como
SERVIDOR PÚBLICO ¿SERVIDO R DEL BIEN COMÚN?
Luis Antonio Hernández Sandoval

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